Torturas y se le cayeron los dientes: la vida de Juan Ramón Matta en prisión
Según contaron familiares, el hondureño sufrió enfermedades y vio negadas sus solicitudes de ser dejado en libertad varias veces
- 30 de octubre de 2025 a las 15:15 -
Juan Ramón Matta-Ballesteros (nacido en Tegucigalpa en 1945) se convirtió en una de las figuras más conocidas del narcotráfico latinoamericano por su papel en conectar a los proveedores colombianos con redes mexicanas y por su presunta participación en la trama que rodeó al secuestro del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena.
Tras años de perseguido internacionalmente, fue detenido en 1988 en Honduras en un operativo que motivó controversia por la forma en que las autoridades terminaron trasladándolo a Estados Unidos para ser juzgado.
En los juicios que siguieron Matta fue condenado por liderar un vasto sindicato de drogas; en enero de 1990 recibió penas muy largas (entre ellas cadena perpetua por delitos relacionados con tráfico de drogas) que lo enviaron a prisiones federales de máxima seguridad en Estados Unidos.
Durante el proceso su familia —según registros de prensa de la época— estuvo presente en las audiencias y él mantuvo públicamente su inocencia, alegando que testigos claves habían sido pagados por la fiscalía.
El rastro de los centros donde estuvo recluido muestra variaciones según las fuentes: informes de prensa históricas indican que tras la condena estuvo en instalaciones como la penitenciaría federal de Lompoc; listados y noticias posteriores lo colocan en prisiones de alta seguridad como USP Canaan (Pensilvania) y, según algunas fuentes en español, incluso en ADX Florence (Colorado) o en centros médicos federales como el MCFP Springfield, donde estaba recluido.
Un punto clave del caso —y de su vida en prisión— fue que la condena relacionada con el secuestro y asesinato de Camarena fue objeto de revisión: en 2017 un tribunal anuló una de las condenas por problemas con pruebas forenses y ordenó nuevo juicio, y en 2018 los fiscales optaron por retirar esos cargos, aunque las sentencias por delitos de narcotráfico permanecieron en pie. Esa secuencia procesal alimentó expectativas de familia y defensores sobre la posibilidad de rebajas o revisiones, pero no implicó una liberación automática.
La descripción concreta de su “vida” diaria en prisión varía según las voces: periodistas e investigadores muestran un perfil habitual para presos de alto riesgo —régimen de máxima seguridad, limitación de permisos, traslados y vigilancia estricta—; por su parte, familiares y defensores han relatado que Matta padeció problemas de salud propios de la edad y que, en ocasiones, solicitó tratamiento médico dentro del sistema penitenciario federal. Fuentes que siguen el caso también apuntan a largos periodos en unidades de confinamiento y a estancias en unidades médicas cuando su estado físico lo requirió.
"Lamentable, murió en las peores condiciones en que se puede tratar a un ser humano. Falleció con la petición al Gobierno de los Estados Unidos, a través de los órganos federales, de que por humanidad él pudiese venir a morir a su patria”, dijo Marlon Duarte, abogado de Matta en Honduras, en declaraciones a la Radio HRN en Tegucigalpa.
Duarte subrayó que se está solicitando, con su familia, al Gobierno de Honduras la repatriación de su cadáver porque él siempre dijo que quería morir en su país.
El 11 de diciembre de 2018, Matta, quien cumplía cadena perpetua por narcotráfico, le pidió al Gobierno de Honduras que le solicitara al de Estados Unidos su extradición, después de 31 años de estar preso en el país del norte. "Tenía un cáncer de próstata. Se le cayeron los dientes. No lo rasuraban. Estaba en una condición precaria en su celda, incluso cuando ya se le habían quitado los cargos por el caso del policía Kiki Camarena", dijo Marlon Durante en una entrevista a mitad de 2025.
“Tengo 31 años en prisión y es mucho lo que he estado en la cárcel. Tomando en cuenta que ahora hay un tratado de extradición y como yo no fui llevado por la ley, pueden pedir un poco de consideración y que me vaya para mi país”, dijo Matta vía telefónica desde una cárcel de Estados Unidos al programa Frente a Frente de la Corporación Televicentro en Tegucigalpa.
Entonces, Matta también recordó que el 5 de abril de 1988, durante el Gobierno hondureño que presidía José Azcona, ya fallecido, fue entregado “miserablemente” a EE.UU. por su presunta responsabilidad en la muerte del agente antidrogas Enrique Camarena, en 1985, por cuyo crimen la Justicia estadounidense años después le retiró los cargos tras comprobar su inocencia.