Juan Diego Mejía es un soñador perseverante. Paso a paso y desde el 1 de noviembre comienza a concretar la más vieja tradición de su familia que ya lleva 11 años bajo su responsabilidad.
Conocido por muchos fieles católicos por ser un activo colaborador en la catedral de San Pedro Sula, Juan Diego se dedica en cuerpo y alma a construir uno de los nacimientos más grandes y visitados de la ciudad que endulza a Honduras.
Con astucia, ingenio y la aportación de ideas y mano de obra de sus pequeños hijos Juan Diego júnior y Rosa María, este hombre empieza a concretar su más grande fantasía.
Lindo y diverso
En un espacio de 13 pies de alto por 13 de ancho, Juan Diego logró conformar diferentes maneras de vivir el espíritu de la Navidad.
Su nacimiento tiene bien distribuida una ciudad de nieve que refleja la forma en que conmemoran esta fecha especial los países nórdicos. Tiene también una feria del agricultor cuya inspiración surge en las que se dan cada fin de semana en su municipio.
De igual manera reflejó la vida de campo, donde aún en fiestas tan importantes como el nacimiento de Jesús la actividad nunca para. Juan Diego también pensó en el ambiente.
Uno de los siete niveles de su gran nacimiento tiene un río a escala perfectamente elaborado.
En su sitial más alto, ubicó el pueblo de leñadores y en otra sección a los pastores que velan por el sueño del niño Jesús. La cúspide aloja al pequeño y a María y José.
Sentido
Juan Diego explica que para él es sumamente importante que sus hijos aprecien y sepan montar el misterio del nacimiento de Jesús.
“Lo hago porque cuando yo falte, ellos conservarán la herencia que me dejó mi papá”.
Para él, su mayor satisfacción es que las personas de Villanueva conozcan su obra. Su tradición familiar. “El día que se muera el niño que llevo dentro, ese día voy a dejar de hacer este nacimiento”, dice.
Elaborar el pesebre de la catedral sampedrana también es responsabilidad de Juan Diego. La diferencia es que las figuras tienen casi su estatura.
