La mayoría de las solicitudes de patentes que ha recibido la Dirección General de Propiedad Intelectual (Digepih) son de uso farmacéutico y agroquímicos.
De enero a junio de 2016, esta oficina adscrita al Instituto de la Propiedad (IP) contabilizó 133 solicitudes de patentes mayores, de las que 109 son de invención internacional.
En patentes menores, destacan los diseños industriales de motocicletas, carros y los diseños de joyería para evitar que alguien más los replique o reproduzca. “Si dividimos las patentes, las clasificamos entre mayores y menores”, explica Camilo Bendeck, director de la Digepih.
Entre las mayores sobresale una fórmula, un motor o una estructura del que se necesita tener el conocimiento para producir una patente. “Para una fórmula farmacéutica se requiere de algún químico”, explica el funcionario.
En el caso de las menores entran los modelos de utilidad; es decir, aquellas que tienen otro funcionamiento del que inicialmente fueron creadas.
“Un simple martillo con cacha de madera, pero esta se quiebra. Entonces, a alguien se le ocurrió que debía ser de hierro. Sin embargo, alguien vio que el hierro conduce la electricidad y pensó revestirlo de plástico”, ejemplifica Bendeck sobre la variedad de los modelos de utilidad.
Los diseños industriales solamente son la parte gráfica, como telas de modistas reconocidos que serán reproducidos en grandes escalas.
“Las patentes mayores tienen una duración por 20 años y es territorial. Eso quiere decir que una patente solo se protege en ese país y si quieren protegerlo en otros países, van a tener que hacer los procedimientos respectivos en esos países”, añade.
El precio para patentar un invento o registrar una marca es de L700, mismo desde hace 12 años. En tanto, un diseño industrial, L500.
“El comportamiento de los registros depende del movimiento comercial y cómo está el mundo. Las invenciones son un reflejo del contexto mundial”, añade Bendeck.
De las academias
En la Universidad Tecnológica de Honduras (UTH) se desarrolló la Feria de Ciencia y Tecnología, donde participaron 64 proyectos, de los que 12 de ellos han sido establecidos como empresas con un capital semilla de un millón de lempiras para su desarrollo financiero y administrativo.
Esta iniciativa impulsada por inversionistas ángeles representa un paso para patentar emprendimientos hechos desde las universidades, asegura Eduardo Posadas, director del Centro de Innovación UTH Avanza. “Somos una oficina de apoyo a la investigación aplicada para generar empresas. Si no generamos impacto económico no podemos existir”, indica.
Ante el auge de aplicaciones móviles o proyectos tecnológicos que impliquen software, Posadas refiere que estas no son patentadas. No obstante, se protege la marca y el nombre de los productos.
