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El impacto de las universidades en el mercado laboral

  • 28 junio 2016 /

Según el INE, un 23% de los hogares pobres del país tienen a un jefe de familia con educación superior. Cada año egresan más de 19,000 profesionales

Tegucigalpa, Honduras.

La educación es considerada como el vehículo más eficaz para eliminar desigualdades sociales y llegar a nuevas oportunidades. Sin embargo, los sistemas educativos parecen no garantizar la reducción de esa brecha.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), dos de cada 10 hogares hondureños con una cabeza de familia con un grado de educación superior es pobre, e incluso creció el índice de profesionales con grado superior viviendo en pobreza extrema.

Para algunos expertos, los centros de educación superior pueden estar ofreciendo buenas habilidades técnicas, pero estarían lejos de manejar habilidades de gestión que se ocupan en las empresas.

“Todo lo que es habilidades blandas (como la ética, la responsabilidad, la empatía, sociabilidad, facilidad de comunicación, de escucha activa, trabajo en equipo, adaptación al cambio y creatividad), es una debilidad muy fuerte de los sistemas educativos”, es la apreciación que tiene el argentino Ricardo Greco Guiñazú, presidente del Grupo Educativo de ADEN International Business School.

ADEN es una red educativa internacional que tiene en su Escuela de Negocios su actividad principal.

Basado en su experiencia, Greco Guiñazú, dijo que los profesionales que llegan a sus programas, ejecutivos y gerentes de empresas, “evidentemente han aprendido a gestionar en la misma prática, y no porque nadie les haya enseñado (...), y de allí es que hay muchos profesionales de empresas que son buenos técnicos pero que no son buenos gerentes”, ésto porque las universidades siguen apegadas a los viejos planes de estudio con materias meramente técnicas.

¿Modelos atrasados?

“En general, las universidades no están preocupadas por la empleabilidad o lo que viene, toda la cantidad de nuevas oportunidades que se van a presentar en los próximos años y las universidades siguen aferradas a las carreras tradicionales”, dijo Guiñazú.

Consideró que los centros de enseñanza tendrán que “despavilarse” y ser fiel al mandato de los propios alumnos y las empresas que exigen retornos de la inversión que hacen.

“Un alumno, ya sea en una universidad privada o pública, hace inversión de tiempo y de dinero y espera que cuando termina sus estudios pueda tener un retorno económico de acuerdo a lo invertido”.

Según estudios especializados en países como Honduras los índices de desempleo de los profesionales universitarios es bastante alto.

Por ejemplo, el estudio del Fosdeh: “Hacia una nueva estrategia para el combate a la pobreza” en Honduras, reveló que un 22.8% de los hogares hondureños con una cabeza con un grado de educación superior es pobre, y que el índice de profesionales con grado superior no universitario viviendo en pobreza extrema pasó de 7.7 en 2013 al 12.7% en 2014, en tanto los que tienen un grado universitario fueron del 6.5 al 7.1%.

¿Y quiénes son los culpables?

“En esto hay culpa compartidas”, dijo. El Estado que no tiene una mirada estratégica en cuanto a las carreras que aprueba o las propias universidades que no están acorde a la demanda o que no se preocupan de la empleabilidad y no están atentos a los que exige el mercado, un mercado que demanda líderes y gerentes que sepan gestionar profesionalmente, gente con habilidades emocionales, de comunicación, con habilidades ideomáticas y habilidades tecnológicas, que está inundando a todos los sectores de la sociedad.

Las autoridades educativas y de los centros de estudios, los mismos profesores, que deben estar atentos a estos cambios e impulsarlos, porque un país no mejorará sus niveles de competitividad e inversión sino tiene recursos humanos a la altura de los nuevos tiempos.

Recordó que el capital humano es básico para impulsar las inversiones de un país. De hecho, dijo, hay muchas inversiones que se hacen en función del capital humano disponible en tal o cual país.

Las compañías tecnológicas muchas veces prefieren un país en vez del otro en función del capital humano.

Foto: La Prensa

Ricardo Greco Guiñazú, presidente de ADEN Business School.

¿Qué hacer?

Para Ricardo Greco Guiñazú, las autoridades de un país se tienen que preocupar por la competitividad y saber que un factor fundamental en la competitividad de un país es el capital humano. “Creo que el camino de invertir sus recursos en una mejor educación para el pueblo, tiene un retorno muy rápido y le puede hacer ganar competitividad al país rápidamente”.

Para ello, los países requieren incorporar sus planes educativos los avances de la era digital. El impulso del e-Learning, por ejemplo, y el cambio de metodología de enseñanza de los profesores, los que en un alto porcentaje se limitan a transmitir lo que un alumno puede encontrar en los libros o en la web a través de los dispositivos con los que se manejan.

“El gran desafío de un profesor es no transmitir como lo viene haciendo hasta ahora, conocimientos que se pueden conseguir de otro modo, sino enseñarle a los alumnos a pensar, a interpretar y a aplicar los conocimientos que hay disponibles en la web y que seguramente el alumno nativo digital lo puede obtener de mejor modo que el profesor”, indicó.

El gran tema es como conciliar, como combinar el mundo on line con el mundo presencial, añadió. “Este es el gran desafío y donde lo presencial no va a desaparecer porque cumple un rol interesante e irreemplazable a la hora de lo experiencial, lo vivencial, de hacer networking, de constituir relaciones de trabajo que pueden ser útiles de por vida para la persona”.

Dijo que hay que acostumbrarse a que las nuevas generaciones, a que los milleniams aprenden de modo distinto a los baby boomers.

Hay que ajustarse, hay que adecuarse a las formas de aprender que ellos tienen, y talvez que el cambio venga cuando venga cuando los milleniams sean profesores (dentro de unos 10 años).

Tendencias no moda

Armando Euceda, miembro del Consejo de Educación Superior de Honduras y coordinador de la maestría de Física de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, dijo que las universidades tienen más de 800 años de presentar las propuestas escolarizadas más serías que hay, pero que a la par toman su tiempo para hacer los cambios vitales que demandan las tendencias modernas.

En este análisis “hay que saber distinguir también entre las modas y las tendencias” y que “las modas en el campo de los negocios van y vienen, pero las tendencias se dan en las grandes universidades: en Harvard en los Estados Unidos; la UNAM en México, la Universidad Nacional y la Unitec en Honduras, la Universidad de Santiago de Chile”.

“Las universidades manejan tendencias y no modas, y en ese contexto las universidades están siguiendo las tendencias imponen tendencias, cambian paradigmas, entienden de crisis y de singularidades en los sistemas educativos”, apuntó.

Las carreras tradicionales que se imparten en ellas están enmarcadas en esas tendencias y que las variables que se están produciendo en la generación de nuevas carreras responden a tendencias.

Sobre si las universidades no están preocupadas por los grados de empleabilidad de sus egresados, Euceda dijo que los índices de empleabilidad en las sociedades no depende de las universidades, porque “siempre la empleabilidad depende de la dinámica del mercado; el desempleo no es imputable a las universidades, usted puede ser graduado de Harvard y si no hay empleo, no hay empleo”.

Sin embargo, señaló que las universidades están siempre pendientes de estas situaciones, están permanentemente certificándose y cuidando las nuevas competencias que están apareciendo para los estudiantes del Siglo XXI, y están en la consigna de las revoluciones científicas que producen la llegada de nuevos paradigmas, no las modas.