“No se oye, padre” es una expresión común hondureña para decir que nuestro interlocutor se hace el sordo, que no oye intencionadamente. Así se comportan nuestros políticos: no oyen los reclamos de sus votantes, se ponen tapones en sus orejas para no enterarse del clamor de quienes les votaron y tampoco escuchan las sugerencias de otros con algunas luces para superar los problemas.