“Ya saben que estamos aquí”: narcos vigilan en Corinto y meten droga por las noches

LA PRENSA Premium recorrió puntos ciegos identificados por la Policía de Fronteras en Corinto, donde narcos aprovechan la noche para mover mercancía.

Foto: LA PRENSA

Drogas es lo que más se mueve entre los puntos ciegos de Corinto, según la Policía.

mar 21 de febrero de 2023

13 min. de lectura

SAN PEDRO SULA

Más de 150 kilómetros separan a San Pedro Sula de la aduana de Corinto, un corredor estratégico para mover cualquier mercancía legal o ilegal.

Mientras que unos movilizan lácteos, medicamentos y materiales de construcción en contenedores y vehículos particulares, otros aprovechan el trayecto para mover cocaína, marihuana, armamento y mucho más de procedencia ilícita.

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Corinto es una aldea del municipio de Omoa que supera los 300 hogares y 1,370 habitantes, según verificación del último censo de división política del Instituto Nacional de Estadística (INE).

El sector está rodeado por los ríos Motagua, Omoa, Cuyamel, Tegucigalpita y Chiquito. Entre las principales actividades de su población están la pesca y el comercio. Es un punto clave al ser paso fronterizo que ayuda a mover productos a gran escala con el vecino país de Guatemala.

$!Según indagaciones, mucha de la droga y armamento de procedencia ilegal se mueve en horario nocturno a través de los distintos puntos ciegos de la aduana de Corinto.

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Cerca de las 10:00 am del martes, un día que teóricamente no hay mucho tránsito, el equipo periodístico de LA PRENSA Premium se desplaza hasta la aduana para realizar un recorrido in situ y constatar su operatividad luego de conocerse que es la segunda frontera de Honduras con más actividad de contrabando y narcotráfico.

Desde que llegamos al lugar observamos un grupo de jóvenes, que aparentan ser de tierra adentro, con mochilas cargadas bajando de un autobús para cruzar la frontera y con sus identidades sobre la mano. De otro extremo se mira que unos hacen fila con sus automotores esperando pasar, mientras que otros, quizá indocumentados, se desvían hacia otros accesos, todo apunta a que son clandestinos.

$!Contrabandistas y narcotraficantes cruzan difíciles accesos para evitar los controles migratorios y policiales instalados.

A nuestro arribo hay una enorme fila de cabezales, los pobladores de la zona susurran y nos miran con recelo e incluso algunos sacan sus celulares para fotografiar al equipo.

“Buenos días, ¿para dónde van?”, pregunta tras hacer el alto una de las oficiales a cargo del primer anillo de seguridad de la aduana, inmediatamente le respondemos que nos dirigimos adonde el subjefe fronterizo, Edgar Espinoza, por lo que da luz verde a sus compañeros de inspección y ceden la vía sin revisión alguna.

Avanzamos pocos metros y nos estacionamos, después llegamos a un punto donde dos policías revisan minuciosamente un pick de lujo color negro, con tres hombres de nacionalidad guatemalteca a bordo, quienes llevaban oculta marihuana y fueron detenidos desde hacía poco tiempo.

Dato
  • > 74 decomisos se reportaron en la aduana de Corinto en los últimos cinco años, según datos de la Secretaría de Seguridad.

Espinoza Castillo, un hombre con apariencia apacible, de estatura promedio y contextura delgada, se acerca, nos estrecha la mano y nos da la bienvenida. Es el funcionario que está a cargo de la Policía de Fronteras en toda la aduana. Seguidamente, nos lleva a los espacios donde opera personal migratorio y aduanero para conocer su funcionalidad.

Explica que ellos solo tienen 47 hombres, pero que al final son menos los que trabajan porque algunos están de descanso, otros permanecen en cursos y apoyan a las demás instituciones.Tras casi media hora de recorrido interno volvemos a la entrada de la aduana, donde Espinoza Castillo pide a subalternos revisar dos contenedores, uno cargado de bolsas de cemento y el otro de botellas de jugo.

$!La aduana de Corinto es una de las de mayor actividad comercial en el país.

Uno de los conductores entrega su documentación y el oficial coteja que lo descrito en papeles coincida con el inventario. Las inspecciones son acompañadas por LA PRENSA Premium bajo autorización oficial.

El otro tráiler acababa de pasar por un escáner y se supo que no llevaba nada sospechoso, por lo que desde las oficinas de monitoreo informan que todo está en orden y aprueban que se retire. Esta es la dinámica de trabajo que siguen semanalmente las autoridades en Corinto entre las 5:00 am y 10:00 pm.

Trasiego

Son cuatro puntos ciegos los que tiene identificados la Policía de Fronteras en Corinto. Pese a que conocen sus caminos, las autoridades aceptan que controlar el tránsito allí es imposible porque no cuentan con el personal suficiente ni el equipo tecnológico requerido.

Cerca de la entrada de la aduana está estacionado un jeep para montaña. El oficial instruye a subordinados que vayan a Guatemala y lo carguen de combustible. Casi una hora después partimos hacia un par de rutas clandestinas. De hecho, para llegar a los puntos ciegos hay que cruzar la aldea de Corinto.

Las condiciones del trayecto de este pueblo no son las mejores y entre más se profundiza entre los distintos desvíos, se pasan calles más sinuosas, imposibles de circular si se va en un vehículo estándar. Subimos y bajamos caminos fangosos en compañía del oficial Espinoza, quien cuenta que este vehículo es todo terreno, pero reconoce que no funciona para persecuciones. “¡Esté pendiente por si nos agarran a plomo!”, exclama el conductor policía a su compañera, quien va en la parte trasera junto al fotógrafo.

$!Este es uno de los puntos que separa a los territorios hondureño y guatemalteco.

“Ellos (narcos) ya saben que entramos y estamos aquí”, pronuncia Espinoza mientras coloca sus gafas y nos muestra la estela de montañas que hay alrededor. Argumenta que estas organizaciones tienen sus “banderas” (vigilantes) en la zona.

La señal de celular se va perdiendo, así que si nos pasa algo será difícil que se entere el resto afuera. Hay un silencio de extremo a extremo y fueron pocos los “campesinos” que se hallaron, unos de ellos andaban en moto.

Espinoza relata que hacen patrullajes con poco personal y en turnos rotatorios durante el día para controlar, pero acepta “que seguramente aprovechan la noche cuando no hay vigilancia”, para mover más que todo droga.

Tras casi 25 minutos de marcha llegamos a un caserío llamado García, aquí está un punto ciego. Una de las arterias del río Motagua pasa y separa a Honduras con Guatemala. En las cercanías hay una que otra casa, pero ninguna persona sale mientras permanecemos en este lugar.

$!Policías fronterizos inspeccionando un vehículo particular en la aduana de Corinto.

“Hay aldeas y viviendas que conectan con estas fronteras, venimos al azar para que no identifiquen un patrón como tal”, comenta Espinoza. Después de explorar el circuito nos movilizamos a otro punto ciego, el cual colinda con una propiedad privada.

“Se nos complica por no poder montar vigilancia al ser terrenos ajenos y no contar con el permiso.Aquí hay bastantes propiedades privadas que nos limitan el monitoreo”, recalca el oficial con rostro de pesar. Por los caminos informales que atraviesan sus propiedades y que conectan el suelo guatemalteco, ciertos propietarios dijeron escuetamente haber visto pasar “personas y movimientos raros”.

Volver desde el último “punto ciego” a la entrada de Corinto significó casi media hora entre el temor a ser emboscados por los residentes, sentimiento que compartió la Policía Fronteriza ante la alta sospecha que se generó.

Al cierre del recorrido concluimos que los agentes en los puntos de seguridad se enfrentan hoy en día a la casi imposible tarea de frenar el comercio ilegal.