Pesca entre olas en la Miami de Tela: el asombroso ritual entre el mar y la laguna
En un rincón bendecido por uno de los paisajes más bellos de Tela, Atlántida la abundancia marina se refleja en una sana y popular afición
- 18 de julio de 2025 a las 00:00 -
Cuando la barra de la laguna Los Micos se abre y sus aguas se juntan en una danza dulce y salada, la naturaleza da una señal que solo unos pocos entienden... y decenas responden. Con cañas, redes y pies firmes sobre la arena, pescadores artesanales y foráneos se lanzan a pescar, como si el mar mismo hubiera dado permiso.
Es un espectáculo que ocurre en silencio, sin pauta ni calendario, pero que transforma una playa escondida en el Parque Nacional Jeannette Kawas en un hervidero de vida y tradición.
En el encuentro del mar y la laguna no hay muelles ni pasarelas turísticas. Solo hay agua, viento, gente y muchísimos peces. Así como los atardeceres más espectaculares del Caribe hondureño.
Es la playa de Miami, sí, la Miami hondureña, una franja estrecha de tierra y arena blanca que divide el mar Caribe de la laguna Los Micos.
Hombres, mujeres, niños y ancianos se adentran varios metros dentro del oleaje, a veces con el agua a la cintura, siguiendo una costumbre que parece coreografiada con el estruendoso vaivén de las olas y la fuerza de los vientos caribeños.
Con una comunidad minúscula de menos 80 personas, este rincón escondido de Tela, es como una joya bien conservada rodeada de flora y fauna única. En días de semana, ahí conviven la soledad, el esplendor natural y una cultura que se resiste a desaparecer.
Una sola familia garífuna mantiene vivas las raíces de un pueblo que camina entre la sal y la ceiba, entre la resistencia y el mar.
Un hotel ecológico ( Eco Paradise ) con vista doble —a la laguna y al mar— es el único refugio para los visitantes que llegan atraídos por el misterio y la impresionante belleza de este lugar.
Desde sus balcones se ve la danza de los pescadores que al amanecer, ya sea a fuerza de remo en sus pequeños cayucos o impulsados por las fuerzas de sus lanchas de motores, se dan el lujo de pescar en las tranquilas aguas de la inmensa laguna.
Los Micos es la laguna más grande del Parque Nacional Jeannette Kawas, con conexión directa al mar Caribe a través de una barra natural que ocasionalmente se abre (fenómeno que justamente genera la actividad pesquera intensa que le dio vida a este reportaje).
Aunque la calle es de tierra, está en óptimas condiciones todo el año. No es necesario llegar en carros todo terreno, ya que entran por igual turismos hasta carros deportivos. Desde el desvío, a unos cuantos metros de la entrada a Indura y del desvío a Tornabé, la vía mide 9 kilómetros que se recorren en 10 minutos,
Justamente la laguna de Los Micos es un escenario impactante y uno de los tesoros ecológicos más importantes del litoral atlántico de Honduras.
Está ubicada en Tela, departamento de Atlántida, y forma parte del Parque Nacional Jeannette Kawas, un área protegida de altísima biodiversidad que abarca ecosistemas costeros, manglares, selva tropical y mar Caribe.
En concreto, Los Micos es también la laguna más grande de Atlántida, con aproximadamente 44 km² y casi 11 km en su punto más ancho.
Tiene manglares, humedales, esteros y canales navegables, lo que la hace ideal para el avistamiento de aves, caimanes, tortugas y peces.
Alrededor hay bosques tropicales, playas vírgenes y zonas de anidación de aves migratorias. Aloja más de 350 especies de aves, incluyendo garzas y aves exóticas.
El Parque Nacional Jeannette Kawas también guarda en sus entrañas a Punta Sal, uno de los destinos más hermosos de Honduras. Alberga gran cantidad de monos (micos cara blanca y aulladores), tortugas marinas, manatíes y cocodrilos americanos.
Este parque fue creado el 1 de enero de 1988 en honor a la ambientalista Blanca Jeannette Kawas. Originalmente conocido como Parque Nacional Punta Sal.
Todo este ecosistema está lleno de vida, y su acceso es fácil desde Tela, desde donde se llega en vehículos ya que se localiza a solo nueve kilómetros del desvío a la comunidad de Tornabé.
Doña Graciela Martínez es el rostro garífuna más conocido. Sus champas siempre están disponibles para los visitantes así como sus inigualables pescados fritos y sopas de mariscos. Ella vive en una pequeña casa suspendida sobre la laguna.
Para llegar a la barra de Miami también salen desde distintos puntos de Tela, recorridos en lancha para la laguna y Punta Sal. Es un sitio ideal para observación de aves y contacto con la naturaleza local.
Quien lo ha visto no lo olvida. Y quien no lo ha vivido, no lo entiende hasta que lo ve: la barra se abre, el mar se entrega, y la gente —como si respondiera a un llamado ancestral— se lanza, caña en mano, a escribir otra página de este pequeño milagro que solo puede pasar en Honduras.
Aquí, es donde los monos araña aúllan en medio de denso bosque tropical y tupidos manglares y los manatíes asoman en las aguas calmas, y la pesca se convierte en ritual. No es solo por necesidad: es por conexión, por la bendición de la abundancia.
Decenas de pescadores locales y foráneos se adentran a pesca, justo allí donde la laguna y el mar se juntan. El jurel es un pescado azul de agua salada, reconocido por su sabor fuerte y pronunciado y es uno de los favoritos para la pesca.
La playa en Miami es hermosa y su agua transparente, aunque el oleaje muchas veces es intenso. Y como en toda costa, el azul del cielo de un momento a otro se torna gris por la inesperada llegada de una tormenta.
Las delicias del mar siempre son frescas en Miami. Un buen plato de sopa de mariscos, caracol o de camarones tiene un costo que ronda los 350 lempiras.
Los peces que se extraen pueden variar, pero uno de los más cotizados es la barracuda. Aunque su aspecto es intimidante, es el pez favorito en la confluencia de la laguna y el mar. Allí dicen que no solo es seguro para comer, sino que, su carne es deliciosa.
Debido a que Miami está al inicio de la bahía de Tela los atardeceres se ven desde la laguna, pero son incomparables.
La playa de Miami es bella. Los locales ofrecen servicios turísticos para quienes quieren disfrutar de su maravilloso entorno.
La pesca también se hace con atarrayas, pero la gran mayoría opta por las cañas de pescar. A los pescadores suelen acompañarlos colonias enteras de gaviotas y pelícanos, que cuáles drones en el cielo, planean al son del viento con una mirada privilegiada de los bancos de peces.
Las uniones entre lagunas y el mar —como estuarios, bocanas o barras abiertas— son áreas donde se mezclan aguas dulces (de ríos o lagunas) con aguas saladas. Esta mezcla genera una gran cantidad de nutrientes disueltos, lo que alimenta al fitoplancton, base de la cadena alimenticia acuática.
En estas transiciones entre ecosistemas se produce un fenómeno llamado efecto ecotono, donde convergen especies de agua dulce, salobre y salada. Por eso, es común encontrar una gran diversidad de peces, crustáceos y moluscos.
Por la abundancia de peces, estas áreas son frecuentemente aprovechadas por pescadores artesanales y deportivos, como en el caso de la Laguna de Los Micos en Tela, Honduras, donde se practica la pesca con caña y red al abrirse la barra.