A guanajeños les toca reconstruir sus casas como pueden

Ayer, 2 de octubre, se cumplió el primer aniversario del incendio que destruyó el 30% del cayo Bonacca.

Foto: Franklyn Muñoz

La zona cero sigue sin ver el desarrollo. No tiene calles, agua potable ni alcantarillado.

dom 2 de octubre de 2022

8 min. de lectura

Guanaja, Islas de la Bahía. ¿Qué recuerda de esa noche?... Su respuesta es inmediata, pero una pausa breve la hace contenerse.

“Esa noche pasaron cosas que uno no quiere recordar. Estaba durmiendo, era casi la 1:30 am cuando vinieron a levantarme. Una señora me tocó la puerta y me dijo que había un incendio. Yo dije, ‘¿Estoy soñando, será verdad, qué pasa. Será cierto, será mentira?’.

300
METROS
Es la distancia entre Bonacca y la costa sureste de Guanaja.

Entonces me dijeron, sacá cosas, sacá tus hijos, pero el fuego no se miraba. Yo me confié”.

Martha Contreras es una valiente madre que tuvo que soportar el dolor de ver todo su patrimonio quemarse. Corrió y huyó de aquel infierno en el que se convirtió la parte oriental del cayo Bonacca la madrugada del 2 de octubre de 2021, cuando el caos invadió la zona de Fire Point.

Cuando habla del incendio intenta ser fuerte. Aunque los ojos se le ponen rojos y trata a toda costa de evitar las lágrimas, su voz es potente e inquebrantable.

$!En la zona cero hay al menos 35 viviendas nuevas o en construcción.

“Gracias a Dios nos dejó con vida a todos para seguir adelante otra vez. Tras el incendio empecé vendiendo en la esquina de la calle. Eso sucedió un sábado en la madrugada, y ya el lunes conseguí quien me diera fiado porque tengo cuatro hijos que mantener”.

" “Esta no es mi casa, es un negocito que levantamos con madera que nos han regalado y madera vieja. Este año ha costado demasiado, aunque muchos han ayudado”. "

El negocio de Contreras es imperdible. Es la primera pulpería justo en la entrada de la zona cero conocida por todos como Punta Caliente o Fire Point en inglés, lengua más usada por casi todos los isleños.

Aunque ella perdió todo, el sitio donde vivía lo alquilaba. Y en vista de que los cuartos para rentar son caros y escasos, la dueña del terreno le permitió construir una casa de madera donde habita con su familia y tiene el negocio.

Tuvieron que continuar

Cuando tu casa se quemó y la impotencia por no poder salvar aquello por lo que tanto trabajaste te hace un nudo en la garganta, y todo lo único que quieres es llorar, lo primero que se apodera de tu ser, tras salir del colapso emocional, es el instinto por comenzar de nuevo.

0.05
KILOMETROS CUADRADOS
Es la superficie de Bonacca, en los que habitan casi 5,000 personas.

En Guanaja, un año fue demasiado tiempo para esperar. No hay espacios que rentar, no hay lugar adonde ir y lo que toca es recomenzar.

La ayuda prometida para poner en pie nuevas viviendas, más adecuadas, mejor diseñadas, más seguras y ecoamigables con un entorno como el que tiene el cayo Bonacca tardó en llegar y sigue tardando.

Sí ha habido ayuda, e incluso llegó a desbordar las capacidades para entregarla los días posteriores al terrible incendio ocurrido en Fire Point y que consumió el 30% del pequeño cayo Bonacca, epicentro económico y administrativo de la isla.

Karina Woods también es residente de Fire Point y, al igual que sus vecinos, lo perdió todo cuando comenzó el fuego en la parte oriental del cayo.

$!Bonacca es el principal punto administrativo, comercial y residencial de Guanaja.

Ella construyó una casa de madera pequeña donde funciona su negocio de comida y bebidas. Enfatiza en que esa no es su casa definitiva, pero lo que puso en pie es para lo que le alcanzó gracias al apoyo de su familia.

Woods señala que con mucho sacrificio y gracias a madera que le han regalado pudo volver a levantar su pequeño negocio. “Ha sido un año demasiado duro, todo ha costado demasiado porque aquí no hay fuentes de trabajo, pero Cruz Roja, el Gobierno y gente solidaria del sector privado nos han ayudado. Uno siempre necesita”.

La casita de Woods está en el centro de la zona cero, y ahora ella cocina y alimenta a todos los albañiles, carpinteros, electricistas y constructores en general que trabajan al unísono poniendo en pie nuevas viviendas.

$!Tomas satelitales del cayo antes, durante y después del incendio.

A ella es fácil encontrarla, su negocio mantiene música, llenando de alegría aquel espacio semivacío y lleno de trabajadores de la construcción.

Las promesas

En la zona cero ya no hay láminas retorcidas por el fuego ni montañas de trozos de madera humeando. Se mantiene la tesis de que el fuego comenzó por una candela encendida en una covacha donde no tenían luz, cerca del apostadero de lanchas. No obstante, se tejen otras teorías, varias de ellas descabelladas.

Lo que con certeza ahora se sabe es que hubo 697 personas afectadas, que integran 258 familias. Todos ellos radicaban en apenas 183 lotes, donde había igual número de inmuebles, la gran mayoría de ellos multifamiliares.

Tampoco se logró echar a andar el proyecto que permitiría una reconstrucción más ordenada y segura, que liberara a la zona y al cayo de futuros siniestros o quizá cosas peores. Ahí sucedió todo lo contrario y lo que la gran mayoría temía.

$!A guanajeños les toca reconstruir sus casas como pueden
En Fire Point había una diferencia
sustancial entre el número de familias afectadas y la cantidad de lotes que se quemaron.

En Fire Point se construye como antes. Con lotes ordenados en la misma posición, sin nada de la visión urbanística que se esperó y se planteó. Ese asunto también ha generado duras rencillas entre autoridades y pobladores.

Jerteu Marie Dixon Didié visitó el mismo día que el equipo de LA PRENSA Premium el lugar intentando resolver un lío de tierras en la zona cero.

Asegura que “el alcalde -Spurgeon Miller- le regaló a la vecina la entrada de nuestra propiedad. Ni él ni esa señora tienen derecho sobre esa propiedad”, repetía en un accidentado español, asegurando que volvió de Estados Unidos para ver cómo resolvía el asunto.

Asegura que la casa de su mamá es la que está edificando en el predio que, según añade, se lo dieron incompleto. También afirma que para esa vivienda no les han dado “ni un clavo”. Esos líos también son comunes.

En algunas casas quemadas quedaron paredes, en otras ni una sola evidencia de lo que había, más que escombros, los cuales fueron removidos por los mismos lugares empleados con “chamba” temporal para que se agenciaran unos ingresos.

$!A guanajeños les toca reconstruir sus casas como pueden
La zona cero sigue sin ver el desarrollo. No tiene calles o los callejones característicos del cayo, tampoco hay agua potable y alcantarillado.

De momento ya se han puesto en pie al menos 35 o 40 casas. Algunas están a nivel de cimientos, otras sobre pilares que le dan al menos uno o dos metros de altura sobre el nivel del mar, otras son totalmente de madera y de dos plantas, otras están asentadas en una base de bloques y con fundiciones de cemento y la segunda planta es de madera.

ADEMÁS
  • > La electricidad es producida en la isla grande por la empresa privada Belco y distribuida a todas las comunidades.

No se han construido calles, ni siquiera los pequeños pasajes que antes había, tampoco hay agua potable.

Para lograr llevar el vital líquido, los que tienen los recursos sacan largas líneas de tubería para poderla conectar a un grifo público cada noche, ya que es solo en ese momento cuando hay presión y la almacenan en barriles y cubetas.

El agua que llega al cayo es traída desde la montaña principal ubicada en la isla grande, conectada por extensas redes de tubería que se sumergió en el mar.

Esa falta de todo lo básico ha generado un descontento casi unánime. La gran mayoría está inconforme y muy molesta con el alcalde y el Gobierno porque aseguran que los dejaron a la “buena de Dios”.