30/04/2024
12:50 AM

Puerto Cortés

    No es un relato de Noche de Brujas, sino la cruda y trágica realidad de miles de hondureños y sus familias, cuya salud ha quedado en el aire por el incumplimiento de pago, no de los derechohabientes y la patronal, sino del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), que en vez de disponer de instalaciones propias prefirió subrogar la atención de los pacientes cayendo en deudas, cuyas secuelas directas sufren jubilados, trabajadores y beneficiarios.

    El problema no es la excepción, sino que se va extendiendo de manera que las protestas se multiplican en La Ceiba, Santa Rosa de Copán y ahora en Puerto Cortés. La mirada catastrófica hace temer que si no se toman medidas inmediatas la regional en San Pedro Sula o la central en la capital seguirán el camino del desastre sin que desde la directiva y la dirección del IHSS haya quién levante la voz.

    Señalar al Congreso Nacional por ley congelada no es suficiente explicación y mucho menos justificación de la debacle en los tres lugares señalados donde se han clausurado las atenciones con remisión en el caso de la ciudad puerto a San Pedro Sula donde la demanda supera ya la capacidad de atención a los pacientes. Claro que ya conocemos la solución propuesta que se halla en la planificación del plan para la construcción de un nuevo hospital. O sea, que va para largo.

    La solución en La Ceiba fue elaborar y aprobar un acuerdo para que los derechohabientes y familiares pudieran ser atendidos en el hospital público lo que, con muy justa razón, generó rechazo en el personal, pues habría aumento de trabajo y, sobre todo, el ya saturado centro hospitalaria habría de atender al alto número de contribuyentes a la seguridad social.

    Aunque no sea muy adecuada la comparación, diremos que cuando un equipo pierde y no se recupera la directiva que sufre por las goleadas cambia de entrenador y hasta señala jugadores. El IHSS va desde hace unos años en descenso y la directiva, que es supuestamente la representación de quienes aportan a la institución y del sector oficial, no ha dicho ni “pío”. De sus miembros solamente se supo cuando salió a la luz los jugosos aumentos.

    El presidente de la Asociación de Jubilados y Pensionados del Seguro Social en el puerto señaló el secreto a voces: la deuda de “seis millones de lempiras. Incluso a unas enfermeras que conocemos no les han podido pagar el salario y por eso dejaron de atendernos”. Existen causas externas que son eternas, la intervención de los gobiernos, pero las más graves son internas, la corrupción, los contratos, las compras y el convenio colectivo. Todo ello pasa sin que pase nada para directiva y asesores, cuyas asesorías permanecen en el limbo.