08/12/2024
01:14 AM

Pólvora

    Con la temporada navideña, inmensamente cargada de tradiciones, alegrías e ilusiones, se presenta también el descomunal desafío de proteger la vida y la integridad física de los niños, víctimas inocentes en la mayoría de los casos de la irresponsabilidad en el hogar y de la entrega por cuatro centavos de autoridades municipales que permiten la venta de productos de pólvora, señalando condiciones que no se cumplen, pues los ojos vendados son práctica habitual en los ámbitos oficiales.

    No faltan quienes apelan a la tradición como algo muy nuestro cuya identificación, en el caso del uso de la pólvora, tiene un alto costo humano y muy particularmente en los niños entre los que se hallan ya quemados en este año. La costumbre está tan arraigada en muchos adultos que vuelven en cada petardo, mortero, cebolla... a sus días lejanos por lo que van creando eslabón de la cadena en sus hijos y, sobre todo, quedando tranquilos en las francachelas.

    Apelar a la oportunidad laboral en talleres clandestinos para elaborar los productos explosivos es una barbaridad, pues son menores de edad los empleados para realizar tan peligroso trabajo, evidencia reflejada en explosiones e incendio de los talleres donde la mayoría de los perjudicados son niños. Todo pasa sin que pase nada, pues no hay autoridades locales ni nacionales que pongan un coto al trabajo infantil.

    La vista hay que dirigirla al origen, pero no cerrar los ojos a la cadena de intermediarios ni mucho menos a los vendedores, autorizados y no autorizados, pues los decomisos en estos días previos son muestra de que las bodegas están surtidas desde hace meses y solo se espera la víspera para distribuir incluso a niños que se multiplican en las calles y en los semáforos.

    La Municipalidad de San Pedro Sula ha prohibido la compra y venta de pólvora, pero como señalan las autoridades, en municipios cercanos hay plena libertad para su tráfico y venta lo que hace difícil impedir el ingreso del producto. Sin embargo, habrá que empeñar todo el esfuerzo, pues deben importar las posibles víctimas no las ganancias de algunos.

    Ha sorprendido la decisión de las autoridades porteñas al permitir puestos de venta siempre con la condición de disponer de fuegos pirotécnicos y “cohetillos”. Ni ellos mismos se lo creen. Omoa, municipio cercano, ha ordenado un determinante “no”, aunque su capacidad para obligar el cumplimiento no sea todo lo fuerte que quisiera. Es de reconocer la valoración de la vida y la integridad física de los vecinos.

    Otro mundo. La agencia noticiosa EFE proporciona la noticia de que Praga, capital de la república Checa, suspendió los fuegos artificiales de fin de año para no molestar a las aves que hibernan en el río de la ciudad.