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Odiosos

  • 01 febrero 2022 /

    En la comunicación utilizamos el lenguaje no siempre acorde con el diccionario para el uso correcto del significado, al contrario, aquello de la novedad pega fuerte y hasta el abuso mediante eufemismos derivan significados para ocultar realidades. Ahora resulta que las deudas son “odiosas” y no las personas que las contrajeron o desviaron malvadamente los recursos recibidos con determinadas condiciones de pago.

    Los millones recibidos “provocan odio”, son odiosos. Con ironía usamos el vocablo, pero sin intención de desviar la atención. Odiosos son quienes llenaron sus bolsillos, se escudaron en contratos y sus aviesas intenciones se ocultaron en documentos y palabras que no llegaron a hechos. Estos son los odiosos, pero también quienes desde instituciones y organismos divisan el bienestar colectivo como hacienda particular en beneficio propio y de allegados.

    Odiosos también quienes “ni ven, ni oyen ni hablan” en evidente colusión con los saqueadores oficiales y sus pares en el sector privado. Ahora es que van surgiendo los señalamientos y las exigencias de cuentas claras que no disminuirán la tormenta, al contrario, será como nube de arena en el desierto que imposibilita la visión, pero que tras su paso hay que seguir la ruta con deducción de responsabilidades a quienes hicieron, a quienes comienzan a hacer y a quienes se atrevan a aprovechar el cargo.

    Este es el mapa humano de los “odiosos” que no debemos empapelar para hacer justicia y no seguir tropezando en la misma piedra con la benevolencia y aceptación de la mayoría de la población a la cual se duerme con aquello de “persecución política”. No hay tal y la prueba es la astronómica cifra en que se va concretando el conocimiento real de la deuda en todas sus variantes.

    Los países no deben pagar la deuda odiosa porque no ha beneficiado a la población. El mundo de los créditos y financiamientos es sumamente complejo, pues pese a la corrupción y al mal uso de los recursos se multiplican las ofertas en condiciones “sumamente favorables”. Préstamos, cómo se utilicen es otro cantar que, sin duda, tronaría los oídos de los gobiernos que de inmediato zanjan el caso como “asunto interno” y algunos apelando a la soberanía.

    Lo que haya de venir vendrá, pero carencia de ética personal y colectiva es mala y enemiga compañera en este viaje en donde lo odioso, digno de odio, anida en funcionarios, políticos y empresarios sin que se les aplique correctivo alguno, al contrario, son “triunfadores” y participantes habituales en reuniones sociales.