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Niñas madres

  • 16 octubre 2014 /

Honduras es el segundo país de Latinoamérica con más embarazos en adolescentes.

    La reunión de las Primeras Damas del istmo fortalece el debate sobre el embarazo de adolescentes que ha estado presente en las última semanas como paso previo para potenciar y tomar decisiones en el encuentro celebrado en Tegucigalpa. De la confortabilidad en un salón a la supervivencia en una vivienda de adobe hay una dimensión abismal en la que se hallan las causas de este conflicto personal en muchas, aún niñas, y un grave problema social.

    Las estadísticas que no siempre reflejan cifras exactas o porcentajes reales, no están capacitadas para mostrar el desafío personal y familiar que exige la llegada de un nuevo ser en condiciones dramáticamente adversas en la cuales la supervivencia marca toda la vida. Si la misión de padres no es asignatura en escuelas y universidades, qué podremos decir cuando la madre todavía mira hacia la niñez y con temeroso atrevimiento toca la adolescencia.

    Las especulaciones o los hallazgos mediante estudios serios están ahí y es innegable lo presentado como evidencia, por lo que la respuesta es de exigencia inmediata, real y directa para disminuir el embarazo de niñas madres como exigencia de sus hijos y de ellas mismas que limitan definitivamente sus oportunidades como personas.

    Es general identificar la pobreza como causa generadora de este problema, aunque al generalizar, se limita la capacidad de acción, pues a la escasez material no pocas veces reflejada en debilidades orgánicas por el hambre, hay que sumar la cultura, la educación, la desintegración familiar y la violencia.

    Al analizar el embarazo de las jóvenes se ha presentado como remedio de efectos inmediatos la educación sexual, de cuyos maestros o pedagogos desconfían los padres de familia, aunque deben ser ellos los primeros en abandonar tabúes y acompañar a sus hijos en el despertar al llamado de la vida. Evitar la deserción escolar y desarrollar un plan educativo que exija más años en la escuela y el colegio ayudará a las jóvenes, pues en no pocos lugares de la zona rural el dejar la escuela o el colegio casi llega acompañado de la maternidad, como elemento cultural.

    Hay que señalar que “se truncan anhelos y aspiraciones” que habrá de poseeer la dolescente, lo cual no es muy común en quien, desde sus primeros años, le señalaron el comal, las tortillas, la escoba y los platos. Es necesario transformar el esquema cultural que no se hará por decreto de emergencia, sino por integración, sobre todo en las áreas y zonas marginales, de las niñas en la educación para llegar a la universidad y descubrir oportunidades reales.

    Si el Estado cumple con esta responsabilidad y hay prioridad en el fortalecimiento e integración de la familia y acompañamiento en la formación hasta el final, las cifras y procentajes de embarazos en niñas disminuirán, de lo contrario, todo seguirá en palabras y reuniones.