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Más que prevención

  • 06 enero 2020 /

    En estos primeros días del año el tema está servido y será continuamente atendido desde los sectores oficial, oposición, analistas y muchos corrillos a medida que se vaya acercando la fecha en que se diga hasta aquí y esto es lo que hay. La reanudación, hoy en Tegucigalpa, de las conversaciones sobre la continuidad de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih) hace contener la respiración a muchos. Unos porque se hallan en la mira de indagaciones sobre la utilización de recursos del Estado y otros, pese a los temores, esperan que la lucha anticorrupción se intensifique.

    Este último grupo es el que ha expresado su mayor preocupación, pues el antecedente protagonizado por el Congreso hace temer que haya ablandamiento con la justificación de un nuevo y mejor sistema de transparencia y combate a la corrupción. Por ello, con un canje de notas hubiera sido suficiente para seguir en el camino del adecentamiento en la administración pública.

    Lo que está claro es que la Maccih se queda. Las conversaciones cumplen el dicho popular “del lobo un pelo”, para proyectar la imagen y enviar un mensaje a la comunidad internacional de que Honduras combate la corrupción, pero de esto, calificar la lucha de eficaz y presentar logros reales que sean evidencia en la educación, salud y otras áreas media un abismo de décadas de saqueo e impunidad.

    En un documento oficial sobre los objetivos del nuevo acuerdo resalta la prevención que, sin disminuir su gran valor y necesidad en el adecentamiento en la sociedad, hay que colocar a su lado, como prioridad inmediata, la represión, pese a la mala imagen del vocablo y quizás hay que adoptar el lenguaje oficial, “el que la hace, la paga”. Claro que, en el campo de la corrupción, las indagaciones y posteriores informes no hallan, muchas veces, “operadores” para que el proceso llegue a su final. Y así una cosa es hablar y firmar y otra prevenir con aplicación real de justicia.

    El nuevo acuerdo que obligatoriamente tiene que pasar por el Congreso, contempla nueve puntos, una gama tan extensa que diluirá la fuerza en un inmenso océano en el que todo pasará sin que pase nada, ni siquiera en la prevención que exige una labor permanente con frutos a largo plazo. El enfermo hoy necesita medicina por amarga que sea; los consejos serán provechosos cuando vaya sanando, pues la mejor enseñanza es la del ejemplo. Los hechos hablan por sí solos, por lo que el combate a la corrupción exige menos conversaciones y más acción.