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La lección

  • 28 noviembre 2017 /

    Algunos, más pesimistas, expresaron tras la jornada electoral, ¡qué alivio!, pero la mayoría de los hondureños seguirá todavía saboreando el ¡qué orgullo! Completo, para los electores que fueron fiel, ordenada y transparentemente acompañados de los integrantes de las mesas de votación, de los vigilantes de mesas y los observadores, nacionales y del exterior. Un día memorable en que se deben fijar los elegidos que reciben un mandato claro para gobernar para todos los hondureños y con todos, sin discriminación ni exclusión, para evitar los errores del pasado y aprovechar cuanto se ha hecho para mejorarlo.

    Daba gusto acudir a los centros de votación donde como excepción, como recuerdo también de cada cuatro años, la impuntualidad, muy común entre nosotros, estuvo presente en algunas mesas, pero los contratiempos fueron resueltos prontamente y todo transcurrió con la absoluta normalidad de quienes saben y quieren que ese día, el último domingo de noviembre, sea el de los electores sin intromisiones de dirigentes y políticos activistas que ya tuvieron su tiempo antes de la ubicación y uso de las urnas. Y así ocurrió el domingo, falta conocer definitivamente el porcentaje de asistencia, pero quienes llegaron a votar y quienes se abstuvieron dieron lección de civismo que ojalá aprendan quienes llegan a la Presidencia y al Congreso.

    Aquel consejo de tener una “fiesta cívica” fue escuchado, acatado y cumplido por el electorado que llegó a las mesas de votación, primeros votantes, personas de tercera edad y aquellos que en la fila hacían relación de las veces que habían votado, con su decisión clara y voluntad definida de votar por sus candidatos. Unos y otros en conversación tranquila, pues el día después un lunes, como otros en el año, en que cuesta más ir al colegio, a la escuela a trabajar, porque “los lunes ni las gallinas...”.

    Ahora, como decíamos en el editorial de ayer, comenzará el período de los hechos: la seguridad, educación, salud, empleo y migración para dar respuestas a las familias hondureñas que esperan vivir en paz en barrios y colonias; ser atendidas y recibir medicinas en los hospitales y centros de salud; disponer de un salario justo con un empleo estable; un sistema educativo, universal e incluyente, con apertura hacia un futuro de vértigo por la velocidad de sus cambios y políticas para disminuir el éxodo y reincorporar a los hondureños que regresan.

    ¡Aprendan la lección! ¡Cumplan el mandato: Convivencia, tolerancia y paz!