28/04/2024
06:08 AM

Hambre en el corredor seco

    Otro año más, los hondureños que habitan el llamado corredor seco miran hacia el cielo con escepticismo, porque los pronósticos para ellos no son nada halagüeños. Según los expertos, la canícula será prolongada y es poco probable que las cosechas produzcan suficiente para el propio sustento y menos para comercializar parte de ellas. La escasa producción de granos básicos, maíz y frijoles, sobre todo, no asegura al autoabastecimiento y el fantasma del hambre recorre los departamentos que se ubican en esa región de Centro América, que va desde Costa Rica hasta Guatemala, y que en el caso de Honduras abarca el sur de Francisco Morazán, Valle, Choluteca y parte de El Paraíso.

    Como ya se ha señalado, la situación de los pobladores de esta amplia zona del país es noticia todos los años. El éxito de la siembra depende casi exclusivamente de las lluvias porque los sistemas de riego son escasos y cubren un bajo porcentaje de la tierra que se suele cultivar.

    Evidentemente, hasta ahora ningún gobierno ha estructurado un plan que aborde todas las aristas de la situación y que evite que estos hondureños sean presa del hambre periódicamente. Ha habido años en los que habitantes de algunos de los municipios comprendidos en estos territorios han debido alimentarse de hojas de ciruela o han logrado calmar el hambre comiendo únicamente mangos durante la época de cosecha de esta fruta.

    Habrá, pues, que sumar esfuerzos de los gobiernos locales, el estado y la cooperación internacional para atender la emergencia y evitar que haya hondureños, de todas las edades, que terminen muriendo a causa de la desnutrición y el hambre.

    Sin embargo, una vez atendida la emergencia, urge definir medidas a mediano y largo plazo que logren que la situación de precariedad que deben enfrentar cíclicamente estos campesinos tenga soluciones sostenibles en el tiempo. Debe cuidarse sobre todo a los más jóvenes y a los ancianos. Los niños porque la desnutrición en esa etapa de la vida causa daños permanentes en su desarrollo intelectual, y los mayores porque son presa fácil de enfermedades que pueden deteriorar rápidamente su estado de salud y su calidad de vida a causa de una alimentación inadecuada.

    La pobreza de la mayoría de los hondureños que viven en esta zona es notoria. Y esa pobreza impide que lleguen a sus manos los insumos necesarios para la aplicación de las técnicas agrícolas que aseguren sus cosechas cuando escaseen las lluvias. De modo que un abordaje integral de la problemática se torna indispensable.