25/04/2024
11:26 AM

Día mundial de los bosques

    El afán depredador de los recursos naturales, renovables o no renovables -cada vez más intenso- conduce inexorablemente a mayores y peligrosos niveles de contaminación, erosión, inundaciones, enfermedades, hambrunas, migraciones, todo lo cual resulta en un decreciente número de bosques, ante la incesante demanda internacional de maderas, que también son afectadas por plagas de insectos.

    Los países de nuestro continente, excepto aquellos que cuentan con planes de reforestación, presentan decrecientes forestas, particularmente Haití, Guatemala, Honduras, Brasil, Bolivia.

    En el caso hondureño, a partir del siglo XVIII leñadores ingleses se desplazaban desde Belice y Jamaica hacia nuestra costa norte, talando árboles de caoba y otras maderas preciosas, continuando los cortes a lo largo del XIX cuando nuestros gobiernos otorgaban concesiones madereras -sin ningún control ni supervisión- recibiendo a cambio magros ingresos fiscales.

    Progresivamente, la destrucción forestal ha resultado en una disminución en el caudal de los ríos, previamente navegables; en la estación lluviosa las zonas bajas fácilmente se inundan al no encontrarse suficientes árboles cuyas raíces retengan el exceso de agua.

    En la zona sur, la implacable deforestación -resultado de la conversión de bosques en pastizales, provocó la desertificación y el incremento de elevadas temperaturas.

    A este desolador panorama debe agregarse los anuales incendios forestales, resultado de la secular y contraproducente práctica campesina de quemas durante la estación seca, previas al cultivo de la tierra, de esa manera despojando a los suelos de nutrientes.

    El ultimo pulmón forestal que nos queda, la Biosfera del Río Plátano, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ya está parcialmente destruida, pese a los cuantiosos recursos donados por Alemania para su protección y conservación, debido, de nuevo, a la tala de los bosques para su conversión en potreros; la construcción de carreteras, caminos de penetración, pistas clandestinas de aterrizaje para el transporte de drogas -con la complicidad de autoridades locales y nacionales- contribuye a la masiva tala.

    Los auténticos protectores de la flora y fauna lo constituyen los grupos indígenas. Por su defensa incurren en represalias -en ocasiones letales- por parte de ganaderos y propietarios de aserraderos. Las comunidades ladinas deben forjar alianzas con ellos, ya que ambos se benefician de su preservación.

    Mientras nosotros sistemáticamente destruimos nuestro principal recurso natural, Costa Rica tiene en el ecoturismo su principal fuente de divisas. Su población está concientizada que la protección del medio ambiente y la ecología la benefician a ella y a su país.