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Derecho a la vida

  • 26 junio 2022 /

    La víctima habló y el organismo oficial escuchó y entendió sus palabras, quien no escucha o tarda en oír es la justicia cuyos operadores retrasan su acción por lo que habrá que aludir al aforismo jurídico, “justicia tardía no es justicia”. Pasan años en los que la acción policial se demora y los archivos de los tribunales arrullan el sueño de casos, muchos de los cuales no despiertan.

    La violencia cabalga diariamente a sus anchas sin que haya notable, rápida y eficaz reacción para prevenir crímenes con represión contundente y rápida tanto en el campo de la investigación como en el desempeño ágil y determinante en los tribunales. A las víctimas se les viola el más fundamental derecho humano, la vida, por lo que la lucha contra la criminalidad en defensa de la vida debiera ser más que importante, emergencia para enfocar personal y recursos en contundente represión contra los criminales.

    En estos días la huella criminal alcanzó a niñas y jóvenes, modelo en sus familias y en su comunidad. La insania en estos casos refleja la ausencia de humanidad en los criminales uno de los cuales urdió la trama del ataque de un perro a una niña para eludir su responsabilidad en la acción criminal.

    No es que vayamos contra el principio universal de la inocencia, pero sí estamos en la acción diligente e inteligente de la investigación, presentación de pruebas en los tribunales y decisión contundente e inmediata del juez.

    Contrasta las personas y recursos destinados a la lucha contra la corrupción, lo cual es loable y abre el camino de la confianza de los ciudadanos en las instituciones. Pero mayor debiera ser el interés y los medios en la persecución tenaz de los criminales, aunque ello no resulte acción tan teatral como señalar, denunciar y acusar a personajes y funcionarios. Para esto no hay límites en recursos, pero para la defensa de la vida de personas en pueblos y aldeas, de trabajadores del transporte y dueño de truchas el “veremos” en la reacción más generalizada.

    Es necesario fortalecer el sistema judicial desde la base hasta la sentencia firme de manera que toda su labor sea hacer realidad la justicia para todos. Las víctimas y familiares, pero también la sociedad cuyos miembros tienen el sagrado derecho humano a la vida y a quien no respete este derecho fundamental se le aplique con rigidez y contundencia la justicia, sin más miramientos que el daño irreparable a las víctimas mortales.

    Las pruebas están ahí. La vida grita desde la muerte misma sin la teatralidad de procesos anticorrupción, pero sí con mayor exigencia y responsabilidad pidiendo acciones de emergencia que con determinación hagan prevalecer el derecho a la vida y el deber de respetarla.