01/05/2024
10:19 AM

Columnas

    Aunque nada más fuese por atención interesada el gobierno debiera preocuparse por situaciones que son claves en dos de las mayores fuentes de divisas para el país. Aquello de volvamos al campo ni siquiera suena a lema efectivo en las zonas dedicadas al cultivo del café, actividad agrícola que da sustento a miles de hogares con pequeñas parcelas de herencia familiar.

    En este año cafetalero a punto de culminar, los ingresos, pese a la caída de las exportaciones, la mejoría de precios en el mercado internacional compensa las pérdidas en la cosecha. Los cálculos oficiales estiman un ingreso de divisas superior en más de un 26% lo cual debiera ser un llamado urgente a la responsabilidad por parte del gobierno para atender las demandas de los cafetaleros centradas desde años en la apertura y mantenimiento de carreteras en las zonas de cultivo.

    Año con año surge el tema, pero en la burocracia gubernamental no se oye pese a los inmensos beneficios en el sostenimiento de las finanzas nacionales. Aunque en asunto diferente una situación similar se produce en la atención a los hondureños que se hallan fuera del país, trabajan y envían buena parte de sus recursos a los familiares. Llegan las remesas que fortalecen el nivel de divisas, pero la respuesta no es tan rápida y eficiente como necesitan nuestros emigrantes.

    Puede ser anécdota, pero el dejar de pagar el alquiler de un consulado que fue cerrado hasta que el escándalo y las quejas de grupos de hondureños “despertó” la burocracia. No hay excusa, porque cada mes se paga porque se paga o a la calle y así lo entendieron inmediatamente en la Cancillería. No son los hondureños en el exterior, en Estados Unidos, España y otros países prioritarios en la agenda política por lo que todo eso del pasaporte electrónico, la nueva identidad o el censo electoral son proyecciones de cara a espectadores.

    Volviendo a las zonas cafetaleras que han cobrado vida y auge a través del cooperativismo, precisan del compromiso fuerte y permanente del gobierno, cuyos funcionarios habrán de mirar más allá de cerros y traspasar ríos para llegar a aquellos lugares donde se crea riqueza, donde miles de familias conservan la esperanza en sus unidades de cultivo que son al mismo tiempo fuerte y sólida columna de la economía nacional.

    Además, si el campo no produce qué van a comer los que viven en las ciudades. Se importa, dirán los expertos, pero con un abrumador déficit de dónde obtener más créditos para compras si dejamos de lado la inversión y el cauce se dirige al gasto corriente, salarios en planilla abultada.