30/04/2024
12:50 AM

Un refugio seguro

Todos los días desde que amanece el ser humano se enfrenta a un bombardeo de información que lo somete en un estado catatónico de amargura y miedo.

Francisco Gómez Villela

Todos los días desde que amanece el ser humano se enfrenta a un bombardeo de información que lo somete en un estado catatónico de amargura y miedo. En las redes sociales, en medios, en chats. Pocas verdades y muchas mentiras. La cultura de la desinformación en su apogeo.


Así inicia su día y así lo termina. Llega a la noche mentalmente exhausto, angustiado y necesitando paz sin encontrarla. Demasiada presión por exceso de preocupaciones. Ese es el precio a pagar “por estar conectado para estar informado”.


Caminamos día a día con una nube negra sobre la cabeza, y nuestra vista dirigida hacia abajo. El modernismo nos tiene de rodillas. Ha creado un humano vencido, incapaz de pensar por sí mismo porque le anularon la voluntad en las redes sociales, dependiente de la necesidad de ser aceptado con likes, y con una tendencia a la depresión a temprana edad porque nada le satisface. Le han hecho creer que para sobrevivir y ser inteligente hay que dudar de todo. Cayó en la histeria colectiva que dicta “duda, preocúpate, y sufre”. Sucumbió a la “realidad” defendida por pesimistas de cepa, que temen hasta de su sombra. Sucumbió al desánimo viral tan de moda.


Deseamos tener vidas satisfactorias, pero nuestro pensamiento está lleno de vibraciones de baja frecuencia caracterizados por el miedo y el temor, y con emociones como la ira, el rencor, la envidia, el egoísmo, la depresión.


La vida nunca ha sido fácil. La historia es fiel testigo de catástrofes, guerras, pandemias, holocausto.


Lo nuevo es este momento de la historia es la velocidad con que la información vuela y es accesible a todos. Y la mayoría se decanta por creer lo que le ocasiona angustia y desazón.


Es difícil convencer a un pesimista que hay vida más allá de su negación. Que el desconfiar no soluciona nada. Que hay una vida más agradable, más placentera, más fructífera, que hay disfrute, inclusive más salud. Que existe una vida donde es posible despertarse cada mañana y dar gracias a Dios por lo que se tiene, y de lo que se ha salvado. Una vida donde igualmente hay problemas, pero que se es capaz de transitar en medio de ellos, y seguir con una sonrisa en los labios entonando una melodía porque se ha escogido ser feliz a pesar que todo parece derrumbarse alrededor. Que hay pensamientos de vibración alta que desencadenan emociones placenteras como alegría, paz, solidaridad, desapego y libertad.


Que ante tanta desinformación malsana el optimismo es el único refugio capaz de vencer el temor.