30/04/2024
11:13 AM

Santos para hoy

La beatificación de monseñor Romero en El Salvador, que tuvo lugar el sábado, ha sido recibida por muchos como una bendición de la Teología de la Liberación de influencia marxista. Unos lo han aplaudido y otros lo han lamentado.

Pero, en realidad, ¿qué pretende la Iglesia cuando beatifica a alguien, sobre todo por la vía del martirio, como es el caso de monseñor Romero? ¿significa que eleva a doctrina católica todas sus opiniones y todo su comportamiento?

Pongamos el ejemplo del primer santo canonizado: San Dimas, el buen ladrón, canonizado aún en vida por el propio Cristo, que estaba crucificado a su lado.

¿Al decirle el Señor que esa tarde estaría con él en el paraíso, estaba afirmando que todos los robos o crímenes que le habían conducido a la cruz habían sido buenos?

A nadie se le pasa por la cabeza eso. Y, sin embargo, unos y otros insisten en afirmar que con la beatificación de monseñor Romero la Iglesia está bendiciendo la Teología de la Liberación marxista. Romero, hoy ya beato, fue un pastor que no pudo ni quiso callar ante lo que estaban sufriendo sus feligreses. ¿Fueron acertadas todas y cada una de sus intervenciones?

¿Podemos juzgarlas desde la tranquilidad de un mundo relativamente ordenado como el nuestro, cuando en tantos sitios de América la situación es sangrante y las injusticias no parecen tener fin? La Iglesia no entra en esto al beatificarle, no responde a esas y a otras preguntas. Lo que dice es que fue un pastor que murió por hacer de pastor; es decir, que los que lo mataron lo hicieron porque él era un pastor que estaba defendiendo a su pueblo como creía que debía hacerlo en una situación límite. ¿Se había metido en política Romero y eso justificaba su muerte?

Esa acusación se parece mucho a la que en otros países hacen a los obispos que rechazan el aborto y piden a sus feligreses que no voten a los partidos que lo promueven; también a estos les acusan de meterse en política, y si no les matan, es porque en sus países no son de gatillo fácil, como lo era El Salvador de la época de monseñor Romero.