En contadas ocasiones la vida te enfrenta cara a cara y te muestra momentos irrepetibles que te dejan congelado, sin aliento, sin hallar que hacer.
Eso me sucedió una tranquila mañana el año pasado. Mi hermano mayor, hombre de 69 años, se disponía a despedirse de nuestra madre de 93 años en el porche de la casa de ella, ya que él regresaba a su hogar en los Estados Unidos, luego de pasar una semana visitándola.
En un momento hincó sus dos rodillas en el suelo frente a ella que estaba sentada en su silla de ruedas, agachó la cabeza y le pidió su bendición para partir. Yo no estaba preparado para ver tal demostración de respeto. Aún hoy cuando lo recuerdo mi alma se estremece.
Pero en el día a día la vida nos muestra otras realidades. Hay un desinterés marcado hacia los valores que le han dado el nombre a la humanidad. Una forma de ser gente que dista mucho de serlo.
Ha cambiado el concepto del respeto o es que ya no existe en realidad? Son las personas mayores de ayer más respetuosas que los jóvenes y adultos de hoy? Es la familia en su papel moldeador la que ha fallado?
Nuestras necesidades personales, llámense trabajo, gimnasio, círculo social, han desplazado lo que realmente somos en lo interior. Sustituimos esencia por apariencia. Y en ese afán dejamos de lado lo que realmente importa. Verdades, hijos, familia, valores, buenas costumbres. Y sálvense quien pueda porque los responsables estamos absortos, ocupados, satisfaciendo nuestra necesidad de ser aceptados.
El respeto a la autoridad de cualquier tipo, al derecho ajeno, a la dignidad de las personas, a la humanidad en general se ha perdido. Un valor que se enseñaba básicamente en el hogar empezó a perderse allí donde nació. Y los hijos de ahora que deambulan solos sin el ejemplo adecuado de sus padres porque estos están ocupados en “sus cosas”, crecen y edifican su personalidad en la vida deformadora de la Internet.
“ Instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartara de él”. Proverbios 22:6.
Ese acto de respeto, humildad y sumisión de un hijo a su madre, que vi esa mañana, representa le esencia de ese mensaje, y la función educadora de la familia.
Gracias hermano por tu ejemplo.
Eso me sucedió una tranquila mañana el año pasado. Mi hermano mayor, hombre de 69 años, se disponía a despedirse de nuestra madre de 93 años en el porche de la casa de ella, ya que él regresaba a su hogar en los Estados Unidos, luego de pasar una semana visitándola.
En un momento hincó sus dos rodillas en el suelo frente a ella que estaba sentada en su silla de ruedas, agachó la cabeza y le pidió su bendición para partir. Yo no estaba preparado para ver tal demostración de respeto. Aún hoy cuando lo recuerdo mi alma se estremece.
Pero en el día a día la vida nos muestra otras realidades. Hay un desinterés marcado hacia los valores que le han dado el nombre a la humanidad. Una forma de ser gente que dista mucho de serlo.
Ha cambiado el concepto del respeto o es que ya no existe en realidad? Son las personas mayores de ayer más respetuosas que los jóvenes y adultos de hoy? Es la familia en su papel moldeador la que ha fallado?
Nuestras necesidades personales, llámense trabajo, gimnasio, círculo social, han desplazado lo que realmente somos en lo interior. Sustituimos esencia por apariencia. Y en ese afán dejamos de lado lo que realmente importa. Verdades, hijos, familia, valores, buenas costumbres. Y sálvense quien pueda porque los responsables estamos absortos, ocupados, satisfaciendo nuestra necesidad de ser aceptados.
El respeto a la autoridad de cualquier tipo, al derecho ajeno, a la dignidad de las personas, a la humanidad en general se ha perdido. Un valor que se enseñaba básicamente en el hogar empezó a perderse allí donde nació. Y los hijos de ahora que deambulan solos sin el ejemplo adecuado de sus padres porque estos están ocupados en “sus cosas”, crecen y edifican su personalidad en la vida deformadora de la Internet.
“ Instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartara de él”. Proverbios 22:6.
Ese acto de respeto, humildad y sumisión de un hijo a su madre, que vi esa mañana, representa le esencia de ese mensaje, y la función educadora de la familia.
Gracias hermano por tu ejemplo.