27/04/2024
11:50 AM

Monseñor Camilleri

Henry Asterio Rodríguez

Decía el pobre de Asís: “Lo que haces puede ser el único sermón que algunas personas escuchen hoy”. Esta frase de San Francisco, puede describir perfectamente el ministerio y vida de monseñor Roberto Camilleri Azzopardi OFM, uno de sus hijos espirituales, Fraile de la orden menor, quien ha sido llamado a la casa del Padre, el pasado 17 de octubre, día de San Ignacio de Antioquia, a los 72 años de edad, tras sufrir un infarto fulminante en la ciudad de Comayagua, sede de la diócesis homónima y que, desde el año 2004, pastoreaba como obispo. Monseñor Camilleri nació en Hamrun (Malta), el 24 de abril de 1951. Desde joven sintió la vocación, auspiciado por el carisma de San Francisco de Asís, a los 16 años ingresó a la orden franciscana el 20 de octubre de 1967. Realizó sus estudios de filosofía y teología en el Seminario Franciscano de Rabat (Malta) y en Jerusalén. Fue ordenado presbítero el 29 de junio de 1975, en la ciudad de Roma de manos del papa Pablo VI. Fue nombrado por su superior provincial como maestro de novicios de la orden franciscana de los Frailes menores en Malta, desde 1975 hasta 1979, cuando se ofrece como Misionero para a América, llegando a Honduras en 1980 particularmente a la diócesis de Comayagua, en donde sirvió durante doce años como párroco de la parroquia de la Libertad. En 1992, fue enviado a la Arquidiócesis de Tegucigalpa, en donde serviría en la parroquia de El Calvario durante nueve años en Comayagüela. El 26 de julio de 2001, fue nombrado obispo auxiliar de Tegucigalpa y obispo titular de Vagada por el Papa Juan Pablo II-. Fue consagrado en la fiesta de la Asunción en la Basílica de Nuestra Señora de Suyapa por el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga. En 2004 fue designado como Tercer Obispo de la Diócesis de Comayagua, tomando posesión el 24 de julio de 2004. Fungió como secretario de la CEH y responsable de la Comisión Nacional de Biblia y Catequesis, y recientemente, tras su nombramiento como presidente de la CEH, en junio del año pasado, asumió la Comisión de la Pastoral para el Clero. Entre sus principales colaboradores se le recuerda como un hombre entregado a una gran causa, la formación del laicado, desde sus años como auxiliar siempre se preocupó por reproducir mucho material para la formación. Así como poner en manos de la gente el magisterio de la Iglesia, a bajo precio, así como ofrecer para los niños y adolescentes un material catequético de calidad. Cito un extracto de su intervención en la XI asamblea general ordinaria del sínodo de los obispos de octubre, del año 2005, que puede servirnos como testamento espiritual “Si queremos conquistar para el Señor el corazón del joven, primero es indispensable haber conquistado su corazón cuando era niño. El acompañamiento espiritual desde la niñez hasta que llegue a la etapa de la juventud es una misión a largo plazo, es un cultivo de varios años”. Descanse en Paz Monseñor Roberto, que el Buen Pastor salga a su encuentro.