Aristóteles dijo en su libro “Política”: el hombre es un animal político. Los militares son hombres y, por tanto, si seguimos la sentencia del filósofo griego de la antigüedad, son políticos por naturaleza. Nuestra Constitución dice que las Fuerzas Armadas son apolíticas, pero en el mismo artículo les manda una obligación que es esencialmente política: mantener la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la república. Al mismo tiempo introduce, en el artículo 277, que los militares están sujetos al mando del presidente de la república y en el artículo 278 les advierte que las órdenes que emite el presidente de la república deben ser acatadas y ejecutadas.
Los dos partidos de la oposición hondureña, Liberal y Nacional, han intentado introducir en el Congreso una moción de censura en contra del jefe del Estado Mayor Conjunto, D. Roosvelt Leonel Hernández, por expresar la urgencia de aprobar la Ley de Justicia Tributaria, destinada a hacer pagar los impuestos a los empresarios, de los que han estado exentos durante décadas en detrimento de las finanzas del Estado y de la posibilidad de que el Gobierno realice obras de beneficio nacional. Tal opinión, según expertos, generalmente parcializados políticamente, constituye una violación del artículo 272 constitucional.
La Constitución manda a los militares mantener la paz, el orden público y el imperio de la Constitución, y si los ciudadanos pagan los impuestos contribuyen al sostenimiento del erario nacional, a la prosperidad y a la paz y el orden público, ya que con los impuestos se podrá cumplir con los derechos constitucionales de los habitantes de Honduras.
Hace unas semanas, estos mismos políticos, que pretenden la interpelación del jefe del Estado Mayor, censuraron que haya acompañado al ministro de la Defensa en unas reuniones con militares de Venezuela y el que otros militares acudieran a Managua y recibieran condecoraciones. La oposición pretendía que los militares desobedecieran las órdenes de sus jefes, en violación a la subordinación debida, pues asistir a encuentros con militares y gobernantes de estos dos países no constituye ninguna violación de la ley. Con Nicaragua y Venezuela, Honduras mantiene una relación diplomática cordial. La embajadora de USA les hizo coro, pero no dice lo mismo cuando los militares hondureños se reúnen, cosa que es normal también, con altos militares norteamericanos.
Los que pretenden la interpelación del jefe militar son parte del partido que históricamente ha inducido a los generales a que ejecuten golpes militares en contra de la autoridad constituida mediante la decisión popular en las urnas. Tras el golpe militar en contra de Ramón Villeda Morales estaba el Partido Nacional, y entonces no se enteró de que hubo violación del principio de alternabilidad en el poder. Los nacionalistas no solo apoyaron el golpe, que fue sanguinario, por cierto, sino que formaron parte del Gobierno formado de manera ilegal durante dos décadas. Nacionalistas y los liberales auparon la ruptura constitucional en 2009 e impidieron el normal proceso de sucesión presidencial cuando obligaron a los militares a que capturaran al presidente y lo embarcaran en un avión rumbo a San José. Y, recientemente, los nacionalistas violentaron la Constitución y propiciaron, con el apoyo de militares traidores, que se violara el proceso de alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia. No hubo interpelación en contra de los militares por tolerar y hacerse de la vista gorda frente a la reelección anticonstitucional, los utilizaron como cómplices. Durante este gobierno constitucional, algunos no aceptan la democracia basada en el principio -no es el único, por supuesto- de la participación del pueblo en las elecciones de sus autoridades supremas. Esos grupos le hacen, en el oído, sugerencias de insubordinación a los militares para propiciar un golpe, a todas luces una nueva violación de la Constitución. Por suerte para el pueblo, los militares han comprendido cuál es su verdadero papel en la democracia, y por eso para que los políticos tradicionales no les ocupen como instrumentos antipatrióticos en contra de las decisiones del pueblo deben proponer, los militares, quitarse esa responsabilidad de la alternabilidad en el poder, ya que si el pueblo elige, es el pueblo quien decidirá si ya no confía en sus gobernantes, y no el criterio militar empujado por los políticos oportunistas. El que no respondan, los militares, a los llamados de sirena de los políticos es la razón por la que se hayan opuesto a los ascensos militares en el Congreso.
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