23/04/2024
02:36 AM

Más maldad o más bondad

  • 09 septiembre 2022 /

Según el relato bíblico, después de la muerte de Salomón, su hijo Roboam asumió el trono. Cuando llegó el día de su nombramiento como rey, un grupo de personas fue a hablar con él para pedirle que los tratara mejor de lo que lo hizo su papá. Después de tres días, ellos fueron a verlo nuevamente. El rey esta vez les habló con dureza. No hizo caso a los consejeros, sino a los muchachos que habían crecido con él, y les dijo: “Mi padre fue duro con ustedes, pero yo lo seré más todavía. Mi padre los azotó con correas, pero yo lo haré con látigos de puntas de hierro” (2 Crónicas 10:14 TLA). Resultado: la división del reino.

De los monarcas del reino separado del norte, ninguno es puntualizado en la Biblia como alguien que honró a Dios. Al contrario, fueron descritos como personas que continuamente promovieron lo malo. En el reino del sur, sin embargo, hubo algunos reyes que se decantaron por el bien e hicieron muchas reformas positivas en su gobierno. Esas reformas fueron emprendidas, en parte, para anular la falsa adoración promovida por los reyes malos, cuyas decisiones no honraban al verdadero y único Dios. Como fue el caso de Josías, por ejemplo. Este rey inició una reforma que desbarató el avance de la corrupción promovida por su abuelo Manasés, descrita de esta forma en la Biblia: “Pero [ellos] no obedecieron a Dios, y Manasés les enseñó a cometer peores pecados que los que habían cometido las naciones que Dios había destruido cuando llegaron a la región” (2 Crónicas 33:9 TLA). La pregunta ahora es: ¿Qué de nosotros? ¿Estamos enseñando con nuestra vida y decisiones a cometer peores pecados que las personas que nos precedieron (más maldad) o somos, más bien, indiscutibles promotores de lo bueno (más bondad)? La esperanza, querido lector, es que sea lo segundo. Como lo escribiera alguien antes que yo: “De nada sirve lamentarse de los tiempos en que se vive. Lo único bueno que puede hacerse es intentar mejorarlos”.