27/04/2024
05:37 AM

La única forma posible
de amar

Salomón Melgares Jr.

“Tras los disturbios de este verano en Francia, el presidente francés Emmanuel Macron quiere tomar ‘medidas contra la amenazante división’. Y cuando, hace dos años, estallaron en muchos países los debates sobre la vacunación obligatoria contra el coronavirus se advirtió de una posible división de la sociedad”. La autora que refería esto reflexionaba sobre el estado actual del mundo. Comentaba: “Ha calado la sensación de que en varios países occidentales las fisuras políticas y culturales se profundizan. Esa percepción la refuerza la virulencia con la que debate sobre temas como el aborto, el género, el cambio climático, la migración o el racismo”. ¿Qué ocurre actualmente en el mundo? ¿Se lo ha preguntado, querido lector? Yo lo he hecho varias veces y solo a una conclusión llega mi mente.

En 1 Juan 4 se nos indica que el amor de Dios es la única manera posible de amar a los demás. El versículo 7 nos dice que el amor viene de Dios, y el versículo 8, que Dios mismo es amor. “Podemos estar seguros —escribía un autor— de que estamos viviendo conectados con Dios si su amor fluye a través de nosotros hacia los demás (v. 12)”. De esa forma, podemos decir que el amor no se detendrá en la mera emoción solamente, sino que brotará con buenas acciones y en verdad.

¡Cuánto nos hace falta esta verdad! La singular conclusión a la que llega mi cabeza es, entonces, que nos hemos alejado tanto de Dios que nos hemos vuelto desamor. Hemos abandonado, simple y sencillamente, el cariño que antes teníamos, y lo hemos sustituido con aborrecimiento, odio y repugnancia. La última palabra de esta columna se nos impone de manera obvia: ¡acerquémonos, pues, a Dios! ¡Demos la vuelta en dirección a Él! “Cercano está [Dios] a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras”, dice el salmista (145:18-19). ¿Por qué nos tardamos en hacerlo... de veras?