27/04/2024
02:18 PM

Los lamentos de la Iglesia

La Iglesia Católica a través de su más alto representante en Honduras el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga quien, en su última homilía lamentó la imparable ola de violencia que se registra diariamente en el país, olvidándonos –dijo– del evangelio y de los mensajes contenidos en los diez mandamientos, en lo relativo a uno de ellos, no matarás. Rodríguez Maradiaga deploró que solo basta abrir un periódico o escuchar un noticiero por la radio, y lo primero que dicen es cuántos muertos hubo ayer, refiriéndose a las 11 muertes violentas registradas el pasado sábado 12 en distintas partes de Honduras.

Las palabras de nuestro purpurado vienen a contradecir lo sostenido por el ejecutivo y sus cajas de resonancia, quienes afirman que el índice de violencia ha disminuido dramáticamente en los 18 departamentos del país. Llegando, incluso, el presidente Hernández, con el deseo de esconder una realidad inocultable, de echarle la culpa a otros en lo relativo a la seguridad que, según el, se descuidó en el año 2006, cuando Honduras fue calificado por diversas instituciones como uno de los países más violentos del mundo, poseedor de una de las tasas mas altas de homicidios.

Los señalamientos del jefe de la grey católica hondureña, indudablemente, no solo van dirigidos a los criminales que perpetran estos hechos, sino que también al Gobierno central y a sus fuerzas de seguridad que hasta la fecha no han hecho nada concreto por disminuir esta avalancha de asesinatos, como también al Ministerio Público por ser una institución ineficaz en la lucha contra la criminalidad, por más que los Estados Unidos se esfuerce en decir lo contrario, en un apañamiento más que todo tolerante y ambiguo que real. Lo que permite a los delincuentes a vivir tranquilos en el reino de la impunidad.

Los temores, la inseguridad, los atracos, las extorsiones, y la corrupción no son hechos aislados en nuestra convulsionada patria, como lo supone el sector oficialista, frente a los cuales debemos unirnos como nos exhorta el arzobispo de Tegucigalpa, en la búsqueda de un camino de paz y de justicia. Pues solo obrando con acato a las leyes y a la moralidad cristiana es que podríamos insertarnos en una ruta de progreso y desarrollo, sin la criminalidad aludida por nuestro más alto prelado.

La crisis que plantea Rodríguez Maradiaga es causada por la inacción de los entes investigativos y de las fuerzas del orden público, que se han convertido en el brazo armado del crimen organizado, como ha ocurrido con la Policía Nacional, y por algunos fiscales que, como se ha denunciado en el caso judicial de Los Cachiros –ventilado en las cortes neoyorquinas– han llegado a ser el colmo, hasta sus informantes.