Hay solamente dos sexos en la naturaleza: masculino y femenino. El sexo apareció inicialmente en las plantas, pues para reproducirse necesitaban que un gameto masculino se juntara con un gameto femenino. Por eso, así como cada uno de nuestros hijos es totalmente diferente de los demás, porque la selección de los cromosomas y de los genes ocurre al azar; esto mismo pasa con las plantas, cada semilla es un embrión genéticamente diferente a los demás y es la razón para que las plantas productoras fanerógamas no se reproduzcan, en la agricultura, mediante semilla sino mediante injerto o clonación. En los humanos, el sexo lo determinan dos cromosomas: el cromosoma X para el femenino y el cromosoma Y para el masculino. Una mujer cuenta en su dote genética dos cromosomas X, mientras que un hombre tiene un cromosoma X y un cromosoma Y. De esta suerte el sexo de un embrión depende del hombre que ofrece un cromosoma X o un cromosoma Y para complementar el aporte que hará la mujer de un cromosoma X. Así que solo pueden nacer genética y anatómicamente varones o niñas. Puede ocurrir que nazca una niña con morfología de varón: un clítoris agrandado que simula un pene y una vagina sellada, pero si se hace un examen de los cromosomas nos daremos cuenta de que no es varón sino mujer y que tiene ovarios. Igual puede nacer un niño con pene atrofiado y con una vagina simulada, pero seguirá, genéticamente, como varón porque tendrá testículos ocultos y no ovarios. Esto se conoce como hermafroditismo en medicina y es producto de errores del desarrollo embrionario.
Cuando estudiaba medicina, uno de mis maestros nos contó que tuvo la consulta de una señora, casada, que se quejó de no salir embarazada. Tras varios análisis, luego de hacerle un estudio cromosómico resultó que tenía los cromosomas que corresponden a un varón y que por trastornos en el desarrollo embrionario desarrolló una morfología de mujer, pero que su genética era la de un varón, con testículos ocultos y no con ovarios.
Todo lo que nos ocurre en la vida que depende del funcionamiento o fisiología de nuestros órganos es heredado. Por esto, el homosexualismo es heredado y no es consecuencia de una mala enseñanza o porque un niño o niña haya sufrido violación. Cuando niños y niñas alcanzan la madurez sexual la naturaleza les empujará a actuar como corresponde a su sexo. No requieren educación sexual para saber que son varones o niñas y actuarán de conformidad, con las excepciones que ya sabemos.
Por alguna desviación de algún gen se producen alteraciones en la producción hormonal que conducen a un comportamiento como si realmente se fuera del sexo opuesto. Tan cierto es esto que el homosexualismo comienza a manifestarse desde la niñez: los varones juegan con muñecas con las niñas y son amanerados y las niñas son “varoneras” y juegan fútbol o se suben a los árboles o son camorreras. Normalmente todos producimos hormonas masculinas y femeninas: los varones más hormonas masculinas y menos femeninas y las mujeres más femeninas y menos masculinas. Si se produce un desbalance en esa producción, entonces ocurren los cambios de conducta sexual, pero no cambios en las estructuras sexuales.
Mediante cirugía podrá cambiarse la anatomía sexual pero no el sexo. Las cirugías no modificarán el ser cromosómicamente varón o mujer y esas transformaciones quirúrgicas no llevarán a la fertilidad.
Los problemas genéticos son asuntos de la naturaleza. Algunos son por alteraciones cromosómicas; así, un niño mongoloide es producto de una falla cromosómica, igual ocurre con aquellos niños que nacen con anomalías cardíacas por traer un cromosoma adicional al par normal o trisomía.
Lo que sí es cierto es que nadie que muestre conductas sexuales, que equivocadamente podrían considerarse anormales, debe sufrir discriminación y exclusión. Somos todos humanos. Los homosexuales y lesbianas son parte de la población humana –este fenómeno igual se produce en los animales- y, aunque ahora ya tenemos todos una actitud comprensiva hacia estas personas, aún no se han superado algunos prejuicios que todavía albergan algunos individuos y Estados en contra de homosexuales y lesbianas. Si alguien les rechaza porque es creyente de Dios, pues sepa que en este caso debemos aceptarlos tal y como son porque, según la doctrina, todo lo que existe sobre la faz de la tierra es criatura de Dios.
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