30/04/2024
09:23 AM

Felicidad contagiosa

Jibsam Melgares

El doctor Norman Vincent Peale decía que una expresión sincera de bondad y compasión es capaz de producir una dicha inmensa en las personas que nos rodean. Y él mismo ilustraba este principio con el caso de Ralston Young. Ralston se ganaba la vida como maletero en una estación de trenes de Nueva York. Sin embargo, su verdadero trabajo era inyectar esperanza y felicidad en las personas a las que servía.

Un día, se le pidió conducir a una anciana en silla de ruedas hasta su tren. Inmediatamente vio que había lágrimas en los ojos de la dama. Así que en silencio le preguntó a Dios cómo podía ayudar a esa mujer y Él le dio una idea. La halagó por su sombrero y su vestido, lo cual hizo que la dama se distrajera momentáneamente de su tristeza, agradeciendo al maletero por su amabilidad.

“¿No se siente bien?” inquirió enseguida Ralston. “No”, contestó la anciana. “Tengo dolor todo el tiempo. A veces creo que no podré soportarlo. ¿Sabe usted lo que significa sentir dolor?” La respuesta del maletero fue inesperada. “Sí, Señora. Hace tiempo perdí un ojo y me duele de día y de noche como si me estuvieran clavando algo”. “Pero”, repuso ella, “parece feliz ahora. ¿Cómo lo consigue?” “Orando, Señora, orando”, dijo Ralston. “¿Le basta con orar para dejar de sentir dolor?”, preguntó ella. “No siempre”, dijo el maletero, “pero eso me ayuda a vencerlo o reducirlo. Así que ore siempre, Señora; yo oraré por usted”.

Un año más tarde, Ralston recibió la visita de una joven en su trabajo, la cual le dijo: “Antes de morir, mi madre me dijo que lo buscara y que le dijera lo mucho que la ayudó hace un año. Ella lo recordó siempre, porque usted fue amable, comprensivo y atento”. La felicidad no es egoísta, siempre se propaga cuando es liberada. Usted puede ser feliz hoy, si decide serlo, busca de Dios y quita de su mente y corazón aquellos pensamientos y actitudes que le acarrean desdicha innecesaria. Al hacer esto cambiará su vida y probablemente la del mundo que le rodea.