26/10/2024
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Enredos orales

“El presidente del patronato recordó que los moradores han manifestado que el alcalde actual no los ha beneficiado y que los mantiene abandonados en salud, educación y obras de infraestructura”. Un hablante neófito del español no comprenderá qué es eso de obras de infraestructura en ese contexto; pues en principio sabrá que infraestructura es la parte de la construcción que está bajo el nivel del suelo; pensará que todos los trabajos no están concluidos. O acaso su mente albergará la idea de un conjunto de elementos o servicios que se consideran necesarios para la creación o funcionamiento de una organización cualquiera. Sabemos que en nuestro medio, obras de infraestructura va referido a calles, puentes, escuelas, agua potable. En consecuencia, esta pieza no dice nada, pues solo nos hace imaginar.

“Juan vive en Tegucigalpa; pero José se ha radicado en la Ciudad de México”, es un enunciado formado por dos oraciones simples y muy bien estructuradas; sin embargo, en la segunda observamos que el artículo “la” está de más, pues sería absurdo expresar que el Gobierno reside en la Tegucigalpa. En México hay varias ciudades en las que “ciudad” es parte del nombre propio de esas metrópolis, así tenemos Ciudad Victoria, Ciudad de México, Ciudad Madero. Por consiguiente, se debe prescindir del artículo “la” en la Ciudad de México. En un diario de Honduras aparece una nota acerca de la Escuela “República de Holanda”, algo que asombra, pues Holanda no es república, es un reino, así como España, el Reino Unido; aclaramos que el reportero nada tiene que ver en esto, él se concreta a informar tal como se dan los hechos. Pero las autoridades de Educación deberían tener más cuidado al registrar estos nombres.

Nuestra gente insiste en llamar afroamericanos a los negros de Estados Unidos, o afrodescendientes, como los sociólogos nuestros les nombran ahora. Claro, al aludir eso de afrodescendiente se trata de heredar sangre o cultura de ancestros africanos. Se sabe que si un mexicano se hace ciudadano de Estados Unidos es méxicoestadounidense. Así hay cubanoestadounidenses, cubanoalemanes, en fin. Es algo así como que los nacidos en Honduras nos llamen hispanoamericanos; que yo sepa mi tatarabuela era de Santa Bárbara y no española. Sé que mi nieto es chozno de un caballero italiano, pero eso no significa que Marco Antonio sea italohondureño. Nadie les llama eurodescendientes a los españoles, alemanes, belgas. Decirles a los negros afrodescendientes solo porque son negros resulta tonto, pues Charles Marquis, un gringo oriundo de California, es un rubio de ojos azules hijo de padre y madre nacidos en Pretoria y nadie le dice afrodescendiente (que sí lo es) porque no es negro. Los garífunas son negros por su cultura, ya sea los nacidos en Honduras o de cualquier otro país adonde ellos extiendan sus familias. Por descendencia lingüística latina, no por grupo humano, sino por lengua, sí es correcto que se nos llame latinoamericanos a los que nacimos en esta parte del planeta siempre que nuestra lengua materna sea el español o cualquier otra lengua romance.