29/04/2024
12:34 AM

El mejor negociante político

Juan Ramón Martínez

Mel es el político más “revolucionario” e innovador de la historia. No solo llevó a su esposa al poder, sino que, además, ha incrementado el comercio político, “adquiriendo” partidos y comprando diputados y alcaldes. Antes, nadie lo había logrado.

Y sin mayor formación, con una reducida escolaridad, lo que deja muy mal parado al sistema educativo que no puede explicar cómo un hombre de escaso nivel escolar, mediocre, pero agresivo, y fuerte en el asalto y la triquiñuela, ha conquistado el favor de la opinión pública. Y dominado a los otros caudillos. Atrás ha quedado José María Medina, Policarpo Bonilla, Carías Andino, López Arellano, Carlos Flores y JOH. Mel los supera por varias cabezas y sin haber pasado más de seis meses en la universidad. ¿Qué tal si se hubiera graduado?

La vida rural, la dependencia de los pobres de los patrones ganaderos, el conocimiento de lo que valen los líderes políticos; y ahora que sabe el precio real de un diputado y un alcalde, Mel ha incursionado con enorme éxito en el mercado de la compraventa política en el bazar de las picardías en contra de Honduras, comprando barato y logrando un éxito enorme en el control de todas las instituciones políticas y culturales del país. Porque si alguien lo duda, en la universidad en donde no pudo cursar estudios por sus limitaciones personales, ahora, con enorme habilidad en su calidad de selector, ha nombrado el nuevo rector de la Unah. Cosa que nadie había conseguido antes.

Pero, de repente su mayor éxito en la distancia corta, está referido a la compraventa de diputados y alcaldes. Y como considera que tal cosa no representa una degradación de la política, sino que, todo lo contrario, el triunfo de la habilidad para la triquiñuela por encima de la moralidad, se regodea por haber comprado al alcalde elegido por los demócratas cristianos de San Isidro, Choluteca, y el que escogieron los liberales en Texiguat.

El primero, poco escolarizado como él, pero el segundo, universitario con estudios de posgrado en el exterior, representa la presa mayor, en su larga carrera de comprador de voluntades y traficante de afectos femeninos.

Pero en la larga distancia, Mel tiene el mérito de haber usado, en dos oportunidades lo que destaca más en sus habilitados de negociante de la política, a Salvador Nasralla. Lo hizo candidato, calculando que no ganaría. Después, lo aprovechó para imponer electoralmente a su mujer en la presidencia de la República. Le prometió el cielo y la tierra; y cuando Nasralla empezó a vacilar y poner en duda su buena fe, firmó documentos que el primerizo político creyó que eran palabra de Dios, pero que Mel, que siempre se burló de papeles, pasó por encima de ellos, cuando fue estudiante; e, incluso mientras vendía leche en Catacamas. Después, le quitó la mitad de la bancada y tampoco le dio oportunidad alguna para disfrutar de la deuda política que usa, a discreción, para comprar y vender voluntades.

Finalmente, hay que destacar que Mel tiene cintura y flexibilidad para negociar. Pese a que siente mucho resentimiento con respecto a Carlos Flores, porque se imagina inferior ante la majestad del expresidente liberal, se ha tragado sus disgustos, perdonándole las culpas que le atribuía en el pasado: haber participado en su derribo en el 2009; y, sido aliado de JOH. Gracias a su talento, ha pactado con él, convenciéndolo que dará elecciones, que le dará el control de los órganos electorales, porque es un demócrata que solo los que “no le queremos” pensamos lo contrario. Flores le ha creído. Veremos, quién sale más listo.

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