28/04/2024
05:00 PM

Manipulación de los pobres y las 'caravanas”

Juan Ramón Martínez

Poco a poco, en la medida en que avanzan las caravanas de los migrantes de Honduras, El Salvador y Guatemala hacia Estados Unidos, vamos descubriendo la manipulación de que son objeto los pobres de nuestra región.

Las tácticas usadas, las consignas, e incluso el desprestigio al que se prestan algunos --en dirección que los intereses contrapuestos se lo exigen-- nos confirman que detrás de las caravanas de la desesperanza hay intereses políticos, estrategias de organizaciones humanitarias e incluso organismos internacionales que quieren lograr lo suyo usando a los pobres.

La primera cosa que llama la atención es la ruta escogida, la más larga. Lo lógico era la corta, la más visible, en vez de la más discreta. Porque lo que se busca es, confrontar y amenazar a los Estados Unidos, como poner en una incómoda situación a México, de forma que López Obrador se encuentre con una circunstancia en la que muestre sus limitaciones en el difícil acto de gobernar una nación en crisis.

Muchas cosas que llaman la atención. Los pobres, que avanzan hacia una frontera sellada por el anuncio y el escándalo que exagera su peligrosidad para los Estados Unidos, no muestran la más mínima capacidad de organización, más bien, quienes los manipulan, la desalientan, por lo que estos actúan en forma defensiva, incluso comprometiendo las mejores relaciones con las poblaciones de México, especialmente las ubicadas entre Guadalajara y Tijuana. Los pobres, como en las elecciones que se celebran periódicamente en el Triangulo Norte, son instrumentalizados. Les escriben consignas para que hagan y muestren carteles contra Honduras y sus gobernantes.

Los capacitan para que justifiquen su huida del país, más allá de las realidades que conocemos, y para completar el cuadro negativo les animan para que se vuelvan odiosos, incluso con quienes les tienden la mano. De allí que en la medida en que se acercan a la frontera de Estados Unidos –específicamente a Tijuana– se tornen en incómodos visitantes. Un supuesto hondureño dijo que antes de llegar a México D.F. los apoyaban y atendían, pero una vez que dejaron el D.F. empezó la discriminación y el maltrato. Porque –y esto no lo sabrá nunca el compatriota que entrevistó CNN– lo que quieren es que se vuelvan odiosos, que los mexicanos los rechacen y que el movimiento migratorio, en vez de una ayuda para que los pobres salgan de su situación, los convierta en unos incómodos visitantes que nadie quiere que se acerquen a sus ciudades.

Eso es lo que quieren los organizadores y manipuladores que están detrás de la caravana, pues aglomerar a los emigrantes en Tijuana obliga a que Estados Unidos muestre sus dientes; pero además enfrenta a los aglomerados y desesperados compatriotas con los mexicanos, que aunque los vieron inicialmente con alguna simpatía, en la medida en que se concentran en la ciudad norteña de México, se tornan indeseables.

Y es que para los manipuladores no existe interés en favor de los pobres y desesperados inmigrantes, son instrumentos de sus intereses y estrategias. Usando a los pobres de Centroamérica – y posiblemente también a los norafricanos – quieren poner a Occidente a la defensiva.

Y mediante conductas estatales nacionalistas convertir a los inmigrantes en una fórmula de ataque en contra de los países que han reducido el financiamiento de estas organizaciones, que mediante el miedo alimentan sus tesorerías y resuelven sus problemas deficitarios.

Lo que al final duele más es ver a nuestros compatriotas usados, tanto para amenazar como para desprestigiarse con sus conductas anormales, sus exigencias desmesuradas y su incapacidad para agradecer a los mexicanos que, en esta estrategia, de la cual no participan porque también están siendo instrumentalizados, confirman que no merecen el asilo que andan buscando en los Estados Unidos, puesto que son peligrosos, delincuentes potenciales y personas de escasa confianza, a los que no hay que abrirles las puertas de ninguna casa decente. De allí que los actores televisivos sean los mendigos con garrotes, los sectarios que no quieren unirse con los salvadoreños y los bochincheros que están dispuestos a matarse uno con otro por una comida “rápida” o un cigarrillo de marihuana.