27/04/2024
12:50 AM

¿Cambio climático o pobreza?

Francisco Gómez Villela

Mientras escribo esto afuera llueve. Son las 7:12 pm del 4 noviembre 2020. El huracán Eta recorre nuestro país en sentido sur-este, centro, noroccidente. El recorrido le tomará un poco más de 24 horas que se volverán interminables, pero venimos recibiendo sus lluvias desde hace dos días producidas por sus bandas nubosas periféricas. Llueve casi incesantemente.

Hay destrozos incalculables en inundaciones, daños a la infraestructura de carreteras y viviendas, pérdidas de grandes zonas de cultivos. Desde hace 22 años no sufríamos los embates directos de un huracán, en aquel entonces fue el Mitch. Los habíamos visto pasar en el Caribe y nos sentíamos agradecidos por ello.

Desde la década de los 90 la actividad en las temporadas de huracanes se ha incrementado. Esto se ha asociado con el cambio climático y el calentamiento global.

El aumento en la temperatura de el mar Caribe, el golfo de México, y el Atlántico norte sumado a la elevación del nivel del mar son factores que indudablemente tienen que ver con ello. Cuanto más caliente el mar, más poderosas las tormentas.

Pero el humano en sí probablemente tenga algún grado de responsabilidad en esto. Ha interferido demasiado en la naturaleza y se ha perdido el orden natural de las cosas allí. La contaminación de aire por la emisión de gases, talas indiscriminadas de árboles, acumulos de basura en cuencas de ríos.

Aunado a eso el hecho de que cada día la población es mayor en todos los países de nuestra área y lastimosamente la gran mayoría son gente pobre que solo tiene acceso a vivir en lugares vulnerables situándose ellos en riesgo de tragedia durante estas tormentas. Así que el cambio climático tal vez no sea el único responsable.

Como bien lo explicó Ilan Kelman, del Instituto para la Salud Global del University College de Londres, “el huracán es solo una tormenta, no un desastre”.

Los desastres suceden cuando se transgreden las leyes de la naturaleza.
Afuera sigue lloviendo intensamente. Para muchos compatriotas será una noche angustiante, sus vidas estarán en riesgo y probablemente pierdan sus pocos bienes. Ya de por sí sus vidas son difíciles para tener que soportar esto también. Qué injusticia.

Pasaron veinte años desde el último huracán y no fuimos capaces de tomar las medidas de mitigación y urbanismo para evitar un nuevo desastre. No aprendemos de la historia.

En este país, como en todos, ser pobre condena al sufrimiento eterno. Ese es el mal a erradicar.