Arturo Mejía Nieto es uno de los más destacados escritores nacidos en Intibucá. Su producción se enfocó en la narrativa, el cuento y la novela, pero también incursionó en temas sociopolíticos relativos a la realidad americana, en la biografía con un libro sobre Francisco Morazán, sin dejar de mencionar su participación en importantes diarios bonaerenses como La Nación, en periódicos de Paraguay y de otros países y en las revistas literarias de Honduras y Buenos Aires, además de ejercer la diplomacia.
Nació el 3 de junio de 1900. Sus padres Vicente Mejía Velázquez y Lucía Nieto. Realizó estudios primarios en La Esperanza. En 1917 egresó de la Escuela Normal de Occidente en la misma ciudad y luego se trasladó a Tegucigalpa, en donde obtuvo el título de maestro de enseñanza primaria en la Escuela Normal de Varones en 1919. Luego viajó, en 1922, a los Estados Unidos de Norteamérica para cursar estudios de Pedagogía, en el Carleton College, en la Universidad de George Town y en la Universidad de Missouri, de donde egresó con diploma, en 1929, en Filosofía y Letras. Desde Missouri, según Óscar Acosta, escribió una nota relacionada con la muerte del periodista hondureño Paulino Valladares, acaecida en ciudad de Panamá, fechada en la universidad, el 2 de diciembre de 1926 va a Buenos Aires como diplomático hondureño y ahí se radica por el resto de su vida. Con sus columnas “Cartas asuncinas”, “Meditaciones hondureñas” y “ Conversaciones a larga distancia” ejerció el periodismo cultural.
Estableció múltiple correspondencia con muchísimos intelectuales. Óscar guardaba cerca de veintiuna cartas y le llamaba El Carteador. En el Fondo Rafael Heliodoro Valle de la Biblioteca Nacional de México, ubicada en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), que contiene toda la biblioteca de Valle, Ludmila Valadez registró en su libro “Guía del Archivo de la Correspondencia de Rafael Heliodoro Valle”, una correspondencia de 266 cartas con Mejía Nieto.
Cuando yo tenía 16 años, desde La Esperanza, le envié una carta hasta Buenos Aires a Arturo Mejía Nieto. En ella le contaba mi interés por la literatura y que preparaba un libro sobre Antonio Ramón Vallejo. Mi sorpresa ocurrió unas semanas después: el cartero llegó a mi casa con una carta desde Buenos Aires firmada por Mejía Nieto. En ella, con mucho cariño, me felicitaba por ser esperanzano y por mi inclinación a las letras, me deseaba muy buena suerte por mi trabajo sobre Vallejo y me aconsejaba leer mucho. Venía además un periodiquito en el que había una columna con apreciaciones críticas breves sobra su obra. La carta desgraciadamente se extravió, pero debe haber copia en sus archivos, que no sé en qué manos quedaron.
En la última carta (1972), desde Buenos Aires, dirigida al poeta Óscar Acosta, le pide sumar su prestigio al de muchos otros amigos para que le concedan el Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa. Desgraciadamente un mes más tarde falleció y no fue posible que la patria le recompensara su esfuerzo.
En Sudamérica, la obra de Mejía Nieto fue muy bien valorada. Se publicaron muchos textos de análisis crítico sobre su obra y la prensa bonaerense siempre recibió con buen suceso la publicación de sus libros, que aparecían casi cada dos años. Carmen Lyra publicó en El Repertorio Americano un acertado análisis de sus dos primeros libros.
En mi libro “La minificción en Honduras” hago referencia a un ensayo de Arturo Mejía Nieto y le considero el único teorizador en este país sobre la narrativa, con ese trabajo “Estructuras del cuento y sus leyes” Arturo Mejía Nieto murió en Buenos Aires, el 16 de mayo de 1972, y sus restos fueron trasladados a Tegucigalpa, en donde fue sepultado. En La Esperanza, su pueblo natal, hay un busto suyo en el parque López y la escuela primaria frente al parque lleva su nombre. En su obra, La Esperanza aparece con el nombre de Santa Clara.
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