Trump y su narrativa política de distorsiones y mentiras

Trump, en su segundo mandato, crea su propia realidad a base de distorsiones y mentiras, justificando decisiones políticas y deslegitimando hechos comprobados!

  • Actualizado: 27 de febrero de 2025 a las 00:00 -

Por Peter Baker/The New York Times

Estados Unidos envió 50 millones de dólares en condones a Hamas. China controla el Canal de Panamá. Ucrania inició la guerra con Rusia.

Excepto que no. Nada de eso es cierto.

Donald Trump pone fin a la histórica USAID

No es que eso detenga al Presidente Donald J. Trump. Desde que Trump regresó al poder, ha demostrado una vez más una descarada voluntad por promover distorsiones, teorías de conspiración y mentiras descaradas para justificar decisiones políticas importantes.

Trump tiene mucho tiempo de no limitarse a la verdad cuando se trata de alardear de su historial y derribar a sus enemigos. Pero lo que eran denominados “hechos alternativos” en su primer mandato se ha convertido rápidamente en toda una realidad alternativa en el segundo, para sentar las bases de un cambio radical a medida que avanza hacia una remodelación agresiva de Estados Unidos y el mundo.

Si la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) es tan estúpida como para enviar profilácticos a un grupo terrorista palestino en Gaza, afirma, entonces merece ser desmantelada. Si China controla el paso estratégico por el continente, Estados Unidos debería recuperarlo. Si Ucrania es el agresor, debería hacer concesiones a Moscú.

El Presidente Trump llamó a Volodymyr Zelensky, Presidente de Ucrania, un “dictador sin elecciones”. (Tetiana Dzhafarova/Agence France-Presse)

“Uno de los mayores poderes presidenciales que Trump ha desplegado es la capacidad de dar forma a su propia narrativa”, dijo Julian E. Zelizer, profesor de historia en la Universidad de Princeton. “Hemos visto repetidamente cómo el Presidente Trump crea su propia realidad para legitimar sus acciones y al mismo tiempo desacreditar las advertencias respecto a sus decisiones”.

Llevando su charlatanería inmobiliaria y su narrativa de reality show a la política, Trump ha logrado durante años vender su versión de los hechos.

El mundo según Trump es un mundo en el que él es maestro de cada desafío y cualquier fracaso es culpa de otra persona.

Lo más significativo es que ha emprendido una campaña de cuatro años para persuadir a los estadounidenses de que no perdió las elecciones del 2020, cuando en realidad así fue, haciendo una afirmación falsa tras otra de fraude generalizado que sería desacreditada, pero que dejaría a la mayoría de los republicanos convencidos de que fue un robo, arrojan las encuestas.

“Trump es un narrador y propagandista muy hábil”, dijo Ruth Ben-Ghiat, autora de “Strongmen: Mussolini to the Present” e historiadora en la Universidad de Nueva York. “En realidad, es uno de los propagandistas más hábiles de la historia”.

Ben-Ghiat dijo que lo que hacía que la “mentira fácilmente refutable” de Trump sobre las elecciones del 2020 fuera tan notable era que él estaba “trabajando no en un Estado unipartidista o en un contexto autoritario con medios controlados, sino en una sociedad totalmente abierta con una prensa libre”.

Pero ella y otros dijeron que algunos de los temas de Trump asemejan los vistos en los Estados autoritarios.

Los asesores de Trump han tenido que adaptarse durante mucho tiempo a sus formas. John F. Kelly, su jefe de gabinete en la Casa Blanca con más años de servicio en su primer mandato, ha dicho que Trump les diría a sus asistentes que repitieran públicamente algo que él acababa de inventar. Cuando Kelly objetaba y decía “pero eso no es cierto”, Trump decía “pero suena bien”.

Las exageraciones y falsedades tienen un propósito estratégico. Aunque Trump obtuvo una victoria limpia en noviembre, incluso en el voto popular, que perdió en el 2016, no ganó la mayoría y su margen de 1.5 puntos porcentuales fue uno de los más bajos desde el siglo 19. Pero regularmente dice que obtuvo una “victoria aplastante”, sirviendo no sólo para alimentar su ego sino también para afirmar un mandato popular expansivo para su agenda.

“Los oponentes terminan discutiendo sobre sus narrativas independientemente de lo fundamentadas que estén en realidad”, dijo Zelizer. “Esto coloca al Presidente Trump en una posición perpetua de ventaja, ya que él decide los términos del debate en lugar de que alguien intente detenerlo”.

En el mundo de Trump, donde los hechos son intercambiables, a las teorías de la conspiración a veces se les da tanto peso como a la evidencia tangible y a quienes trafican con ellas se les concede un acceso que ningún otro Presidente otorgaría.

El revisionismo de Trump respecto a Ucrania de culpar a la víctima ha sido uno de los esfuerzos más sorprendentes para traducir su realidad alternativa en políticas. Dijo que Ucrania “comenzó” la guerra con Rusia en el 2022 y calificó al Presidente del País, Volodymyr Zelensky, de “dictador sin elecciones”, al tiempo que absolvió al Presidente Vladimir V. Putin de Rusia, un dictador real que invadió a su vecino. Recientemente fue aún más lejos y dijo: “No es culpa de Rusia”.

Al socavar la simpatía pública por Ucrania, Trump puede facilitar el logro de un acuerdo de paz con Putin que le dé a Rusia mucho de lo que quiere, incluso a pesar de cualquier objeción de Zelensky o de los líderes europeos. Como Zelensky es un dictador responsable de la guerra, según este razonamiento, merece menos consideración.

Stephanie Grisham, quien se desempeñó como secretaria de prensa de la Casa Blanca durante el primer mandato de Trump, recordó que Trump les decía a sus asistentes que “mientras sigas repitiendo algo, no importa lo que digas”. Y eso llegó hasta el personal. “La deshonestidad casual se filtró por la Casa Blanca como si estuviera en el sistema de aire acondicionado”, escribió ella en sus memorias.

©The New York Times Company 2025

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Staff NYTimes
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