The New York Times
Por: Alexis Soloski/The New York Times
El mes pasado, en el Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York, los fans se acercaban al actor Pierce Brosnan cada dos o tres minutos. Algunos se dirigían a él como Sr. Brosnan, otros como Sr. Bond, una referencia a las cuatro películas de James Bond que hizo en la década de 1990 y principios de la década del 2000.
Él se mostraba amable con ellos, aunque ligeramente evasivo. A los 71 años, no suele mostrar todo lo que es. La gente ve lo que quiere. En gran medida ve a Bond.
“Se pierden de mucho”, dijo. “Pero no me corresponde mostrar mucho. No me corresponde hacer nada más que ser amable”.
Siempre ha habido más respecto a Brosnan.
Pintor y entusiasta del arte desde hace mucho tiempo, Brosnan cuenta “El Caso Thomas Crown”, una aventura en torno a un robo de arte, de 1999, como la favorita de sus películas, principalmente porque pudo conservar las pinturas. Cuando sus labores promocionales lo trajeron a Nueva York se las arregló para visitar el museo.
Al llegar, encontró que la espiral del Guggenheim estaba cerrada por labores de instalación. (“Qué aburrido”, dijo con suavidad). Se contentó con las obras expuestas, admirando algunos lienzos de la pintora brasileña Beatriz Milhazes.
Trayectoria
La trayectoria de Brosnan ha sido bastante particular. “Ha sido parte de mi historia como actor”, dijo. “Interpretar al héroe, al hombre misterioso, al hombre en quien confías”. Pero sus papeles recientes complican esa imagen.
Conrad, el jefe criminal que interpreta en la nueva serie de Paramount+, “MobLand”, esconde brutalidad bajo su elegante vestuario. Arthur, el jefe de espías británico que interpreta en el elegante thriller de espionaje de Steven Soderbergh, “Black Bag”, también tiene sus complicaciones. Y, aun así, Brosnan sigue siendo Bond.
“Es imposible escapar de ello”, dijo. Lo cual explica en parte por qué, media hora después de iniciada su visita, Naomi Beckwith, curadora titular del Guggenheim, vino a ofrecerle un recorrido por la instalación en curso. Le presentó al artista, Rashid Johnson. “Soy fan”, dijo Johnson. “Fuiste mi Bond”.
En el 2023, Brosnan, quien trabajó como artista comercial en su adolescencia, presentó su primera exposición, “So Many Dreams”, en una galería de Los Ángeles. Le contó a Johnson lo que le gustaba de la pintura en comparación con la actuación: “La inocencia que encierra y la ausencia de expectativas”. Luego se despidió. “Sé audaz”, instó a Johnson.
Brosnan fantasea con mudarse a París y ser aprendiz de algún artista. Pero no está listo para dejar la actuación.
Rodó su papel en “Black Bag” durante un receso de otra cinta, “Giant”. Acaba de hacer dos películas con Helen Mirren.
En “Black Bag” vuelve al servicio secreto. La película rinde homenaje a las películas clásicas de espionaje, lo que convirtió a Brosnan en una opción atractiva.
“Hay una certeza que se comparte con el público”, dijo Soderbergh.
Brosnan también lo sabe. “Confiaron en mí para atraerlos, para conectar con el público y luego para desmantelar esa imagen”, dijo.
Fuera de pantalla, la caballerosidad de Brosnan también es notable. Durante el tiempo que estuvimos juntos, me abrió puertas, me ayudó con el abrigo y me llamó “cariño”.
Esta versión de sí mismo parecía auténtica. “Amo la belleza de la vida, de los hombres, de las mujeres”, dijo. “El arte de vivir me nutre”.
Es una imagen que ha perfeccionado, arraigada en una infancia en Irlanda que incluyó el abandono de su padre y una larga separación de su madre.
“Quería ser artista”, dijo. “Pero estaba en una situación muy difícil —sin madre y sin padre”.
Pero esa libertad le permitió crear, dijo, “esta imagen llamada Pierce”, que se ha refinado aún más con la riqueza, la fama y la realización de sus aspiraciones artísticas.
Pierce es, sin duda, su papel más importante, y no guarda ambivalencia ni con él ni con la fama que le ha brindado.
“Lo deseaba; lo quería”, dijo. “Así que sigo adelante”.
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