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Hondureños, entre héroes del rescate en crucero

  • 14 enero 2012 /

El hondureño José Rodríguez, que trabajaba en la embarcación, resultó ileso

Los submarinistas italianos encontraron ayer dos nuevos cadáveres en el crucero de lujo Costa Concordia, naufragado el viernes frente a la pequeña isla toscana de Giglio, con lo que el balance subió a cinco víctimas mortales.

Los submarinistas hallaron los dos nuevos cadáveres en la parte sumergida del crucero de lujo, que yace recostado sobre su flanco derecho. Son personas de edad que se encontraban en las cabinas cuando el crucero chocó con una roca. Antes del hallazgo de estas nuevas víctimas -que según medios de prensa locales eran un español y un italiano- se había informado de la muerte de otras tres personas -un tripulante peruano y dos turistas franceses- y de unos cuarenta heridos, dos de ellos graves.

También antes de que se encontraran los dos cuerpos, el balance de desaparecidos fue reducido a 17, le indicó a la AFP el presidente de la región de Toscana, Enrico Rossi.

Aparte fueron rescatados por el momento dos jóvenes surcoreanos que estaban de luna de miel y un italiano comisario de a bordo, Marrico Giampietroni, que salió con una pierna rota, le indicó a la AFP una fuente de la capitanía del puerto de Santo Stefano, situado frente a la isla de Giglio.

Un fiscal italiano confirmó acusaciones de los pasajeros y otros de que el capitán del crucero Costa Concordia abandonó el buque antes de que todos los pasajeros hubieran evacuado.
El capitán Francesco Schettino fue detenido por la Fiscalía, que lo interrogaba. Se le investigará por presunto homicidio involuntario, abandonar el barco antes de que salieran todos los demás y causar un naufragio, informaron la televisión estatal y Sky TV. El fiscal Francesco Verusio les dijo a medios nacionales que Schettino eligió deliberadamente una ruta que, sabía, pasaba muy cerca de la costa.

Los relatos

“Salvamos a 500 ó 600 personas”, contó Edgard López Sánchez, camarero colombiano, que sobrevivió en la noche al naufragio, “el más cruel que he vivido”, reconoció en una charla con la AFP. López, entre los diez colombianos de la tripulación que sobrevivieron, es un bogotano de 48 años que trabaja desde hace 17 años con la compañía italiana Costa Crociera, propietaria del crucero de lujo.

“Hice unos diez viajes con la lancha, cada uno de media hora. Hacía frío y soplaba viento. Hemos sido entrenados por la compañía para eso”, cuenta el mesero colombiano.

“Es mi segundo naufragio después del que viví en 2006 en Punta del Este, Uruguay, por un incendio. Pero este ha sido el más cruel.

Los héroes fuimos nosotros: colombianos, hondureños, chinos, la tripulación, que está compuesta por gente de veinte nacionalidades”, asegura López, que admite: “Las órdenes de evacuación llegaron tarde. El rescate, la Policía y los bomberos también tardaron al menos 45 minutos en llegar. El camarero, que perdió todos sus haberes, dinero, computador, móvil, ropa, recuerda perfectamente cuándo ocurrió el accidente.

“Escuché un estruendo fuerte. No me asusté. No sufrimos de pánico. Somos guerreros. Tratábamos de calmar a la gente, pero sabíamos que era algo raro, muy extraño.

El capitán nunca habló. Fue el encargado de ceremonias el que nos ordenó tranquilizar a la gente. Solemos hablar en código y nos dijo ‘india, víctor y azucena’, que quiere decir ‘fuego y heridos’ porque con el primer golpe mucha gente se hirió, tenía cortadas por la caída de vidrios y platos.

El segundo golpe fue aún peor. El barco dio vuelta de casi cincuenta grados y se fue inclinando. La gente corría como pollitos soltados.

No pude llegar a mi cabina porque el agua venía. Comenzamos a llevar a los pasajeros a las escaleras de escape y a los puntos de reunión. Intentábamos calmarlos. La tripulación asiática, casi el 50%, habla medio inglés, así que se comunicaba con señas”.

El colombiano no logra olvidar los comentarios de una pasajera italiana que se embarcó en Civitavecchia en el crucero.

“Como si fuera un presagio, me hablaba siempre del Titanic, que se hundió hace exactamente cien años, en abril de 1912”.

Un palacio flotante

Milán, Italia. El crucero Costa Concordia era el orgullo del armador italiano Costa, que había convertido a este palacio flotante del tamaño de tres canchas de fútbol en templo dedicado al bienestar y la diversión.
Al igual que el Titanic en su época, el Costa Concordia acumuló todos los superlativos. Nave almirante de la flota Costa desde su lanzamiento en 2006, esta hazaña de los astilleros italianos Fincanteri era el barco más grande construido en Italia: 290 metros de eslora y 38 de manga.

Para maniobrar y mantener a este gigante de los mares dotado de trece cubiertas se necesitaban no menos de 1,068 tripulantes para una capacidad total de 3,780 pasajeros distribuidos en 1,500 camarotes, 505 de ellos con balcón privado, sumados a unas setenta suites de lujo.

Para alimentar a esa cantidad de gente tenía cinco restaurantes, incluyendo el exclusivo Club Concordia, donde solo había mesas reservadas para una clientela de alto nivel.

Era ante todo por sus servicios dedicados al bienestar que el Concordia se había ganado la fama desde sus primeros viajes: cinco jacuzzis, cuatro piscinas con techo transparente móvil, terreno deportivo para actividades múltiples y pista para correr al aire libre.

Acusan del naufragio al capitán

Isla de Giglio. La compañía propietaria del Costa Concordia acusó ayer al comandante de haber cometido “errores” en la ruta del navío y en la gestión de la emergencia.

“Acusaciones gravísimas pesan” sobre el comandante Francesco Schettino, recordó el líder europeo de cruceros en un largo comunicado difundido por la noche. Acusado de homicidio múltiple y de abandono del navío, el comandante se encuentra detenido en Grosetto.

“Parece que el comandante cometió errores de juicio que tuvieron graves consecuencias” y que “sus decisiones en la gestión de la urgencia no han seguido los procedimientos de Costa Cruceros, acordes con los estándares internacionales”.

La compañía afirma, no obstante, que el comandante llevó a cabo todos los programas de formación requeridos, así como los miembros de la tripulación e incluso los pasajeros, que hacen un ejercicio de evacuación durante las 24 horas después del embarque”.

“La trayectoria seguida por el crucero no era buena”, afirmó el fiscal de Grosseto, Francesco Verusio. El comandante “se acercó torpemente a la isla de Giglio e impactó contra una roca que se encastró en el lado izquierdo haciendo inclinarse y entrar una enorme cantidad de agua en dos o tres minutos”.