25/04/2024
03:35 PM

Vendedores no tienen dinero para mascarillas y gel

El sector informal es clave para evitar una expansión del covid-19. La cuarentena dejó a los comerciantes de la calle sin dinero para bioseguridad.

    SAN PEDRO SULA.

    El comercio informal, el sector clave para evitar una expansión del coronavirus en San Pedro Sula y Tegucigalpa, espera que el Gobierno y la gran empresa le tiendan la mano para obtener equipo de bioseguridad y adaptarse a las exigencias de la nueva normalidad.

    Un gran porcentaje de los vendedores informales que estuvieron “sobreviviendo” durante el confinamiento han vuelto a las aceras y calles de estas ciudades; pero otros, por no tener dinero para comprar mascarillas y gel, aún no se aventuran a volver a instalar sus tenderetes en los espacios habituales.

    Esta semana, Tony Buriel Guevara (de 36 años) celebró la reactivación de la economía en las regiones más afectadas por el covid-19 porque le revive las esperanzas de volver a la calle peatonal del parque central de San Pedro Sula a vender artesanías; sin embargo, tiene algunos temores.

    El gobierno ha marginado al comercio informal de la costa norte en esta crisis.

    Claudia Pineda, presidenta de Sincocih

    “Mis compañeros se están poniendo poco a poco en la peatonal. Con el poco dinero que consiguen compran gel para echarles en las manitos a los clientes y usan mascarillas que cuestan en la farmacia L18. Si la Policía llega a quitarlos, van a perder la inversión que hacen con sacrifico”, dice.

    Para Buriel Guevara, parte del grupo de comerciantes conocido como “los roqueros”, comprar siete mascarillas (una por día) significaría un gasto de L126 más L100 en gel, equivalente al 38% del dinero captado semanalmente por la venta de pulseras y collares “para sobrevivir”.

    Lo poco que ganamos es para comprar los alimentos, pero ahora nos toca comprar gel.

    Tony B. Guevara, comerciante informal
    Durante los cuatro meses y medio de encierro, “yo estuve vendiendo en las calles con las cosas en la mano para poder sobrevivir, a veces he vendido L600, L700 a la semana. Es algo muy poco que apenas ajusta para comprar frijoles. Estamos llevando una vida muy limitada, muy complicada, tengo un hijo de siete añitos y esposa”, dice.

    Buriel Guevara, con 15 años de trabajar como vendedor de calle, ayer empujado por la necesidad recogió en el Estadio Olímpico Metropolitano una bolsa de alimentos donada por la Municipalidad de San Pedro Sula.

    Claudia Pineda, presidenta del Sindicato Nacional del Comercio del Sector Informal de Honduras (Sincocih), considera que “los empresarios y Gobierno deben ser solidarios con los comerciantes de la economía informal que se encuentran en una situación difícil a pesar de que estamos en la fase 1 de la reactivación económica”.

    Feria del agricultor en Tegucigalpa.
    “Nosotros vivimos de los consumidores que traen los buses, cuando no hay transporte no hay clientes. Desde el 16 de marzo no trabajamos. Esto va para largo y vemos oscuridad. Les pedimos a los empresarios que nos ayuden con gel, mascarillas y cloro. No podemos adquirir ese equipo porque no tenemos fondos”, dice.

    Pineda y todos los vendedores de las calles, afirma, se sienten marginados por el Gobierno “porque en ningún momento de esta crisis los tomó en cuenta para definir estrategias como lo hacen en otros países”.

    “El Gobierno ni una mascarilla nos ha regalado aquí en la costa norte a pesar de que somos miles de personas que dependen de las ventas que hacemos. Nosotros también somos importantes porque somos parte de la economía”, critica.

    Centro de abastos en San Pedro Sula.
    En los últimos dos meses, en San Pedro Sula, aparecieron en calles importantes de la ciudad vendedores ambulantes y cientos de estacionarios se mantuvieron operando para soportar la crisis.

    En un recorrido realizado esta semana, periodistas de Diario LA PRENSA constataron que en calles del surete de la ciudad, por ejemplo, decenas de vendedores se han estacionado en zonas adonde nunca antes había habido actividad comercial.

    Al igual que antes de la pandemia, cientos de comerciantes informales siguen trabajando sin tomar ninguna medida que sirva para evitar el contagio del coronavirus.

    58%
    En la economía informal. Según el Banco Mundial, más del 50% de los hondureños se dedican a actividades informales, entre ellas el comercio.
    El mundo del comercio informal, para el cual las autoridades del Sinager no tiene un protocolo de bioseguridad, contrasta con el sector formal en el cual los negocios toman la temperatura y en el suelo han colocado marcas para que los consumidores mantengan la distancia de 1.5 o dos metros.

    “Nosotros al igual que las grandes tiendas queremos atender bien a los clientes, pero la diferencia entre esos grandes negocios y nosotros es grande. Nosotros vivimos para el día y no tenemos dinero para comprar muchas mascarillas o gel. Ahorita no tenemos dinero porque no estamos vendiendo por no haber mucho movimiento de personas”, se justifica Carlos Humberto Rodríguez, vendedor de ropa de la segunda avenida en el centro de San Pedro Sula.

    Rodríguez, padre de tres hijos, está “alegre con la reapertura” porque, según él, le permitirá recuperar “algo del dinero” que perdió luego de que un incendio consumara su pequeño negocio en la primera avenida de la ciudad.

    A juicio de este comerciante de 42 años que “nunca había vivido una crisis como la que trajo el coronavirus”, la solidaridad de “quienes más tienen hacia quienes no cuentan con recursos para comprar equipo de bioseguridad es importante para detener la pandemia que al final a todos afecta”.

    Datos
    - 11,000 vendedores. Hasta febrero, según organizaciones de vendedores, en las calles de esta ciduad había más de 11,000 comerciantes.
    - 20% aumento. A causa del desempleo que dejó la cuarentena, San Pedro Sula terminará el año con más personas venediendo en la calle.
    Debido al confinamiento y al incendio que consumió su tenderete, Rodríguez no ha logrado pagar cinco mensualidades en el colegio adonde su hijo de 17 años estudia Informática “para que él tenga un futuro diferente y no siga en las calles vendiendo”.

    “En el colegio me han ayudado y me han dado prórroga para pagar las mensualidades. Gracias a Dios, los hermanos y el pastor de la iglesia Asambleas de Dios, adonde también doy clases, con la ofrenda que han recogido me han ayudado”, dice Rodríguez, quien vive en Lomas del Carmen.

    Pineda, quien participó en un censo a principios de año, estima que, debido al desempleo han aparecido personas desconocidas en las calles vendiendo, lo cual indica un incremento en el número de comerciantes informales.

    Mercado Medina en San Pedro Sula.