27/12/2025
10:44 PM

Las figuras de Ayasta

  • Actualizado: 28 marzo 2009 /

Arrulladas por el eterno viento, cientos de figuras atrapadas en pequeñas cuevas cuestionan y asombran al viajero ocasional que las encuentra.

Arrulladas por el eterno viento, cientos de figuras atrapadas en pequeñas cuevas cuestionan y asombran al viajero ocasional que las encuentra.

Miles de preguntas y pocas respuestas crean una poderosa atmósfera mágica de paz y tranquilidad espiritual. Tal vez, ése era el propósito de El Cañón de Ayasta.

Ubicadas en el municipio de Ojojona, a pocos kilómetros de Tegucigalpa, las cuevas son en realidad una serie de galerías o espacios abiertos en la roca caliza de dos cerros y que se denominan “abrigos” por su poca profundidad. A ambos lados del angosto cañón que separa las elevaciones, estas galerías exhiben extraordinarios petroglifos; dibujos tallados en piedra que nos revelan una visión particular de los hondureños de la prehistoria.

El Cañón de Ayasta, como se le conoce generalmente al sitio, se encuentra en la zona arqueológica de los antiguos lencas. Un territorio habitado por las primeras comunidades del grupo indígena más numeroso de Honduras a la llegada de los españoles.

Por la cantidad y tipos de grabados, se considera que las cuevas del cañón tenían una función o significado espiritual Aquí se practicaban rituales, posiblemente religiosos, en donde se cocinaba y comía, a juzgar por las piezas de cerámica utilitaria y conchas de jute (un molusco de río), encontradas en el suelo.

Varios centenares de grabados diferentes en diversas técnicas, nos hablan de la posibilidad de varios autores en diferentes épocas. Es importante recordar que la creación del arte rupestre se le reservaba al Chamán, líder espiritual del grupo.

Sólo él tenía el conocimiento y la autoridad para entrar en contacto con el poderoso mundo espiritual, a través de los sueños o mediante el consumo de plantas o compuestos alucinógenos. En ese mundo, seres fantásticos mitad hombres, mitad animales, vivían y acudían al llamado del chamán para darle las respuestas que necesitaba.

En un intento por proteger e interpretar nuestros orígenes, el Instituto Hondureño de Antropología e Historia, Ihah, inició en el 2005, el Proyecto de Protección y Desarrollo del Itinerario Cultural del Arte Rupestre.

Su finalidad implica divulgar con orgullo, el legado de nuestros antepasados.

Imágenes de arte retenidas en el tiempo, gracias a la imaginación y creatividad de los primeros artistas hondureños.

Los petroglifos del Cañón de Ayasta son Patrimonio Cultural de la Nación y por lo tanto, es un derecho y un deber de todo hondureño, conocerlos. Es justo que cuando hablemos de arte rupestre, sepamos que en Honduras, también tenemos muestras excepcionales de aquellos artistas de los tiempos lejanos.

¿Cómo llegar?

Para llegar al Cañón de Ayasta, salga de Tegucigalpa con rumbo al sur.

Exactamente en la encrucijada donde se desvía hacia Ojojona, tome el desvío contrario, hacia Buenaventura. Es una calle pavimentada y en unos cinco o diez minutos, deberá detenerse y dejar el vehículo estacionado a la orilla de la carretera (hay una pulpería cerca donde puede pedir que lo cuiden).

Cualquier cipote de las casas vecinas lo llevará caminando, en unos veinte minutos, al cañón. No se puede perder.