"Le pido humildemente": la carta de JOH que motivó el perdón de Trump
El medio Axios publicó la carta en la que JOH explica los motivos por los que considera injusta su condena
- 02 de diciembre de 2025 a las 08:43 -
Semanas antes de ser liberado, el expresidente hondureño Juan Orlando Hernández (2014-2022) escribió una carta que envió a Donald Trump, presidente de Estados Unidos, pidiéndole "justicia" y revisar su caso. Hernández, sentenciado a 45 años de cárcel por tres cargos de narcotráfico y armas preso en Pensilvania, llegó extraditado a Estados Unidos el 21 de abril de 2022.
En los últimos días, el presidente Trump anunció el "indulto total" a Hernández y, anoche, fue confirmada su liberación. Su ficha ya no aparece en el Buró Federal de Prisiones (BOP, por sus siglas en inglés). Una carta que el expresidente hondureño, nacido en 1968 en Gracias, Lempira, envió a Trump, fue publicada en las últimas horas por medios estadounidenses como Axios.
Trump anunció que pensaba indultarlo tras asegurar que el Gobierno del expresidente Joe Biden "tendió una trampa" al exmandatario hondureño, que gobernó el país entre 2014 y 2022. Trump anunció que pensaba indultarlo tras asegurar que el Gobierno del expresidente Joe Biden "tendió una trampa" al exmandatario hondureño, que gobernó el país entre 2014 y 2022.
Axios explica que "el sorpresivo anuncio del inminente indulto de Juan Orlando Hernández es una ventana a la forma poco ortodoxa y transgresora en que Trump otorga clemencia". Destaca además que el anuncio se produjo antes de las elecciones del domingo en Honduras, donde la Casa Blanca respaldó al derechista Partido Nacional, que Hernández lideró como presidente entre 2014 y 2022. Poco después de que Trump asumiera el cargo en enero, Stone realizó tres publicaciones separadas en "Substack", una plataforma de comunicación, pidiendo el indulto de Hernández y le presentó como una víctima de la guerra legal izquierdista en Honduras y de la administración del presidente Biden.
Stone declaró a Axios que el viernes pasado contactó con el presidente de EE.UU., al que reiteró esos puntos y afirmó que un anuncio de indulto revitalizaría al Partido Nacional, mientras llamaba la atención de Trump sobre la carta de cuatro páginas de Hernández solicitando clemencia. En su carta a Trump, según Axios, "Hernández ofrece elogios que Trump aprecia: 'He encontrado fuerza en usted, señor, en su resiliencia para regresar a ese gran cargo a pesar de la persecución y el enjuiciamiento que enfrentó'".
Hernández recuerda la estrecha relación de trabajo que mantuvieron durante el primer mandato de Trump, cuando este atribuyó a su homólogo hondureño la lucha contra el narcotráfico. El expresidente centroamericano también afirmó que su caso "avanzó solo porque el Departamento de Justicia de Biden-(Kamala) Harris persiguió una agenda política para empoderar a sus aliados ideológicos en Honduras", escribe Hernández. Hernández aseguró que tuvo una representación legal ineficaz.
Axios recuerda que el caso contra Hernández involucró inicialmente al entonces fiscal federal adjunto Emile Bove, quien posteriormente representó personalmente a Trump y trabajó en el Departamento de Justicia como alto funcionario. Bove ahora es juez federal designado por el presidente republicano. Bove también procesó al hermano de Hernández, Juan Antonio Hernández, durante el primer mandato de Trump.
La carta íntegra de JOH | Excelencia: Tengo el honor de extenderle mis más cordiales saludos y transmitirle mi más alto respeto, aprecio y bendiciones. Señor Presidente, he dudado en enviar esta carta, consciente de las enormes exigencias de su cargo; sin embargo, la grave injusticia que actualmente padezco me obliga a acudir directamente a usted. Le escribo desde un centro penitenciario federal, cumpliendo injustamente una condena de 45 años, que en la práctica equivale a cadena perpetua dada mi edad.
Al igual que usted, Presidente Trump, he sido víctima de persecución política, señalado por la administración de Biden–Harris no por actos indebidos, sino por motivos meramente políticos. Mi condena injusta se sustenta en declaraciones no corroboradas de narcotraficantes convictos, entre ellos, uno que incluso grabó un video en el que expone a altos miembros del partido hondureño de izquierda radical, Libre, discutiendo sobornos con traficantes, y que, sin embargo, admitió durante un juicio amañado que no tenía pruebas que respaldaran sus acusaciones en mi contra, únicamente “la palabra de un narcotraficante”.
Los fiscales eran plenamente conscientes de ello, así como del contexto exculpatorio del caso, pero aun así decidieron continuar, ignorando la verdad y la justicia, a pesar de que fui reconocido por las medidas sin precedentes, los resultados históricos y la cooperación constante con agencias de los Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Acudo a usted porque soy inocente y porque creo que solo usted puede ayudar a corregir esta grave injusticia, un uso evidente e indebido del sistema judicial en mi contra.
He encontrado fortaleza en usted, señor, en su capacidad de regresar a ese gran cargo, pese a la persecución y los procesos judiciales que enfrentó, ¿y por qué? Por desear que su país volviera a ser grande. Lo que usted logró es inédito e histórico: no solo fue reelecto, sino que bajo su liderazgo su partido obtuvo la victoria en ambas cámaras del Congreso. Su resiliencia ante la persecución política me ha inspirado profundamente. De igual manera, yo busqué servir a mi pueblo, defender los valores conservadores e impulsar reformas históricas para fortalecer la seguridad en mi país.
Y también fui atacado temerariamente por fuerzas de la izquierda radical que no toleraron los cambios y que recurrieron a acusaciones falsas y justicia selectiva para destruir lo que habíamos logrado y facilitar el retorno de la izquierda radical al poder en Honduras. La politización y aplicación selectiva de la justicia en este caso es innegable. Incluso líderes de alto rango de la izquierda radical en Honduras han admitido públicamente el carácter político e injusto de mi juicio.
Fui procesado sin pruebas sólidas, basándose en testimonios de traficantes violentos y mentirosos profesionales movidos por venganza y acuerdos para reducir sus penas. Posteriormente se supo que varios de estos criminales intentaron incriminar a terceros y fabricar pruebas para ofrecerlas al Departamento de Justicia a cambio de beneficios judiciales. A mí, sin embargo, jamás pudieron vincularme con esos planes, quedando sin absolutamente nada que respaldara sus acusaciones.
Un ejemplo claro es el llamado narco–video, grabado previo a las Elecciones generales de Honduras 2013, donde altos dirigentes de Libre negociaban sobornos con traficantes. Este video está en poder del Departamento de Justicia desde 2013, sin que jamás actuaran contra los implicados. En esa grabación, los traficantes afirmaron: “aquí no tenemos otra alternativa” y “este es el único”, refiriéndose a Libre.
También llamaron a otros traficantes a financiar al partido Libre para evitar que el Partido Nacional triunfara y que yo lograra la victoria electoral, sabiendo que si yo llegaba al poder, sus cárteles serían desmantelados mediante extradiciones y aplicación estricta de la ley, tal como ocurrió durante mi mandato. Si un video con pruebas contundentes no bastó para procesarlos, ¿cómo puede justificarse mi condena basada únicamente en las palabras de criminales movidos por odio y venganza?
Es irónico que yo, quien arriesgó mi vida y la de mi familia impulsando reformas que ningún otro líder se atrevió a llevar a cabo —como la reforma constitucional para habilitar la extradición, la Ley de Privación de Dominio y la Ley Especial Contra el Lavado de Activos—, sea hoy condenado sin evidencia alguna. Los documentos, clasificados y no clasificados, de agencias como el Departamento de Estado, el Comando Sur, DEA, Departamento del Tesoro y Seguridad Nacional certifican la cooperación sin precedentes que mantuve durante su gobierno para desmantelar cárteles y extraditar narcotraficantes.
Mi defensa también se vio severamente afectada por asistencia legal ineficaz: mi abogado personal estaba enfermo, no citó testigos clave y perdió comunicación conmigo; mientras que la defensa asignada por el tribunal solo tuvo tres semanas para preparar el juicio. Los informes de control de narcóticos remitidos al Congreso por tres presidentes de los Estados Unidos también validan los resultados históricos alcanzados en seguridad y combate al narcotráfico.
Cuando ambos fuimos presidentes, actuamos como aliados. En 2019, bajo su liderazgo, firmamos el histórico Acuerdo del Tercer País Seguro, construyendo una cooperación regional sin precedentes para frenar la migración irregular y fortalecer la protección de los solicitantes de asilo. Usted me felicitó públicamente en ese momento, destacando: “Mis funcionarios trabajan muy bien con usted, y sobre todo comentan cuánto ama su país. Estaremos con usted y trabajaremos juntos para mejorar aún más a los Estados Unidos, su país y los demás que han sido de gran ayuda”.
Esas palabras significaron mucho para mí, mi familia y el pueblo de Honduras. Ambos compartimos el amor profundo por nuestros países y la fe en Dios. Fuimos señalados y, por la gracia de Dios, usted sobrevivió. Yo también enfrenté amenazas reales y atentados de muerte por parte de grupos criminales, pero jamás dimos un paso atrás. Es irónico que hoy se me condene justamente por las acciones que emprendí para defender a mi pueblo y fortalecer la seguridad regional.
Fue también por mis convicciones democráticas que denuncié abiertamente al régimen de Maduro en Venezuela y respaldé su decisión de trasladar la Embajada estadounidense en Israel de Tel Aviv a Jerusalén; decisión que mi gobierno replicó moviendo igualmente la Embajada de Honduras. Aprovecho también para felicitarle por sus esfuerzos en consolidar la paz en el mundo, en especial en Medio Oriente, y por los acuerdos alcanzados que muchos consideraban imposibles. Continuamos orando por el fin del sufrimiento y el establecimiento de una paz duradera en la región.
Hoy estoy injustamente encarcelado, separado de mi esposa por más de tres décadas y de mis hijos, quienes son cristianos ejemplares, respetuosos de la ley y ciudadanos íntegros. Mi familia ha sufrido persecución política, amenazas a sus vidas reportadas al FBI , y les han cancelado sus visas, negándoles el derecho humano básico de visitarme. No pido privilegios, solo justicia. Nunca debió avanzar un proceso de esta magnitud sin pruebas irrefutables.
Por estas injusticias y una clara estrategia de uso indebido del sistema judicial por parte de la administración de Biden–Harris, solicito con todo respeto una revisión exhaustiva de mi caso en el nombre de la justicia. Estoy seguro de que dicha revisión revelará evidencia abrumadora de mi inocencia y la grave injusticia que solo usted, señor Presidente, tiene la autoridad constitucional de corregir mediante un indulto presidencial.
Recuerdo las palabras que usted pronunció en su toma de posesión: “Nunca más se permitirá que el poder del Estado sea usado como arma para perseguir a los opositores políticos. La justicia será igualitaria, justa e imparcial”. Basado en esos principios que usted defiende, le pido humildemente que se haga justicia.
Basado en esos principios que usted defiende, le pido humildemente que se haga justicia. No puedo callar, porque el silencio traicionaría la verdad. El legado de Martin Luther King Jr. resuena hoy con dolor en mi vida: “La injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todas partes”. Agradezco su tiempo, atención y compromiso con la justicia. Dios lo bendiga. Dios bendiga a los Estados Unidos. Dios bendiga a Honduras. Con el más alto respeto, Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras