14/05/2025
07:53 AM

Embellece con su arte el interior de la catedral

    San Pedro Sula, Honduras.

    Fue monaguillo en la iglesia de Cofradía y alguna vez soñó con ser sacerdote, sin embargo, terminó siendo pintor religioso. Gracias a la vocación artística, demostrada desde su infancia, Rolando Rodríguez tiene la sublime misión de restaurar las pinturas de la catedral y plasmar otras de su creación.

    En su juventud asistió a cursos de vocación sacerdotal, pero Tito Consani, extinto párroco de la iglesia de Cofradía, lo persuadió para que estudiara pintura, después de que se graduó como bachiller.

    Gracias al padre Consani obtuvo una beca, otorgada por el Gobierno de Estados Unidos, para estudiar arte en Vincennes, Indiana, durante cinco años. Luego ganó otra beca por mérito propio para desarrollar su talento en la Escuela de Arte de Cincinnati.

    Mediante su arte le está dando nueva vida a las obras de José Antonio Borges, el pintor catalán que embelleció, hace muchos años, el interior de la catedral San Pedro Apóstol. El tiempo y los embates de la naturaleza las mantenían en una situación deplorable, pero el pincel de Rolando Rodríguez, conocido como Sambo, las está haciendo relucir.

    Tiene que hacerla hasta de albañil, pues el trabajo de resanar las grietas de las paredes debe ir de acuerdo con la restauración de las pinturas, explica el artista, parado en un andamio. Algunas de las paredes en las que fueron pintadas originalmente las imágenes requieren un trabajo mayor porque se vieron afectadas por el terremoto de 2009.

    Rolando Rodríguez es un pintor muy talentoso.

    Rodríguez comenzó con la restauración del Cristo Crucificado, en el lateral izquierdo, a la entrada del templo, que ahora luce como la pintura original de Borges. También tiene obras de su propia creación como la confirmación del milagro de la Virgen de Guadalupe y la aparición de la Virgen de Suyapa.

    Para pintar estos cuadros acude a los relatos históricos que se han hecho alrededor de estos grandes acontecimientos del catolicismo para recrearlos en el mural. Primero elabora uno o más bocetos de la obra para que monseñor Garachana apruebe el que considere más significativo.

    Los murales son más grandes de lo que la gente imagina, ya que los ven de largo para poder apreciarlos. Los trabajos son financiados mediante actividades hechas por el Comité de Estética Litúrgica de la Catedral, encabezado por un grupo de damas voluntarias de la ciudad.

    Los fondos resultan insuficientes por el alto costo de las obras. Se requiere la participación del empresariado y de las autoridades locales, tomando en cuenta que la catedral es un patrimonio cultural de la ciudad, indicó el artista. “Aquí vienen a admirar las obras no solo católicos, sino también personas que no son creyentes”, expresó.

    Uno de los cuadros más admirados es el que representa las distintas etapas en la vida de San Judas Tadeo, el santo de las causas perdidas.

    Rodríguez considera que los trabajos de restauración artística deben complementarse con el ordenamiento en los alrededores del templo por parte de las autoridades municipales. “Es necesario limpiar de vagos y vendedores ambulantes el entorno para evitar el ruido y los malos olores que llegan de la calle”, expresó.