Para finales de este mes, los maestros de la escuela San Francisco de El Progreso esperan impartir clases en el reconstruido edificio que por más de 30 años fue una amenaza para ellos y los escolares por su deterioro.
Una comisión integrada por el Consejo de Desarrollo del municipio y autoridades edilicias inspeccionaron el avance de ese proyecto y la reconstrucción de la escuela Pedro P. Amaya, del Palacio Municipal y el Centro Universitario Regional Progreseño, Curpro.
“Estamos satisfechos, el avance de las obras lleva un buen ritmo. Esperamos que no se presenten atrasos por el mal tiempo y sean entregados tal como está en el contrato”, expresó Óscar Hawit, miembro de ese consejo que lo integran representantes de la sociedad progreseña.
El alcalde Alexander López y regidores mostraron a los auditores los avances en que se encuentran las cuatro edificaciones, que son ejecutadas con fondos del gobierno local y central con el aporte de organismos internacionales.
Un sueño
Para el maestro y director de la escuela San Francisco, José Inocente Gámez, el haber logrado la reconstrucción de ese centro educativo es un sueño que se hizo realidad después de 30 años de lucha junto a los padres de familia ante las autoridades de turno.
“Estamos alegres, agradecemos a los ediles y a las organizaciones amigas que nos tendieron la mano, con ello estamos protegiendo la integridad física de más de 400 alumnos que reciben sus clases y que durante los últimos años se vieron amenazados a que les cayera la estructura encima”, expresó Gámez.
López manifestó que en el edificio de la nueva Alcaldía se invierte un poco más de 36 millones de lempiras de fondos municipales; 2.5 millones en la escuela San Francisco fondos del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, y otra cantidad similar en la Pedro P. Amaya con apoyo de Japón.
En el caso del edificio municipal, el encargado de los trabajos, Roberto Zelaya explicó que iniciaron en noviembre pasado y que esperan entregarlo en noviembre de este año, se encuentra en un 50% de avance.
Varios padres de familia que se unieron a la inspección de la reconstrucción de las escuelas se manifestaron satisfechos y a la vez dijeron que ha valido la pena que sus hijos se sacrifiquen al recibir clases en galeras por mientras se culmina su edificación.