Imagina este escenario: un amigo o familiar pierde el interés por actividades que antes disfrutaba, descuida su higiene y arreglo personal, muestra desesperanza ante la vida y regala sus pertenencias más preciadas.
Existe el mito de que si hablas del suicidio la estadística puede aumentar. También se tiene la creencia de que nunca le debes de preguntar a una persona si ha pensado en quitarse la vida porque le estarías dando la idea de hacerlo.
Es falso. Acercarte, abrir la conversación y preguntarlo es clave para prevenir que alguien atente contra su vida, indica Carlos Treviño Cázares, paidopsiquiatra y director de la Clínica Humind, espacio que ofrece un modelo multidisciplinario a niños, adolescentes y familias para atender trastornos de salud mental.
Él y la psicóloga clínica Mónica Acosta Kawas promueven una estrategia que consiste en “preguntar, persuadir y referir”, en inglés llamada QPR (Question Persuade Refer).
Es un programa del QPR Institute de Estados Unidos, integrado por profesionales de la salud para identificar, interrumpir la crisis y dirigir a una persona con pensamientos suicidas a la atención adecuada.
”Así como las personas capacitadas en RCP (reanimación cardiopulmonar) y en la maniobra de Heimlich ayudan a salvar miles de vidas cada año, las personas capacitadas en QPR aprenden a reconocer las señales de advertencia de una crisis de suicidio”, señala el instituto.
”Y aprenden cómo preguntar, persuadir y referir a alguien para que lo ayude. Cada año, miles de estadounidenses, como tú, dicen ‘sí’ a salvar la vida de un amigo, colega, hermano o vecino”.
PREGUNTA
En este primer paso se busca detectar a tiempo si la persona tiene ideas suicidas. Al notar señales de alerta abre la conversación. Acércate con sencillas preguntas: “¿Cómo estás?, ¿hay algo en lo que te pueda ayudar?”.
Si muestras interés, la persona espontáneamente te puede manifestar que tiene ideas suicidas o dar indicadores de que lo ha pensado.
”Aunque no mencione todavía que ha tenido ideas de muerte, pero empieza a decir: ‘sí he estado muy decaído’, ‘he estado durmiendo mal’, ‘he estado sin apetito’ -que son datos de depresión-, ‘no me logro concentrar’, ‘no me siento bien conmigo mismo’, ‘mi autoestima está por los suelos’”, señala el paidopsiquiatra Treviño.
“Ahí podríamos abrir la pregunta directamente: ‘Dentro de lo mal que te has sentido, ¿a lo mejor ha pasado por tu mente el no querer vivir?’. Vamos dando ese contexto, pero sí es importante que se pregunte”. Si la persona te dice frases como: “he pensado que la vida no vale la pena”. Puedes preguntarle específicamente: “¿Con eso quieres decir que tal vez has considerado en hacerte daño? ¿En atentar contra tu vida?”.
Lea también: Los cinco exámenes médicos que todos deben hacerse
PERSUADE
En el segundo paso se busca persuadir a la persona para una intervención temprana. Escucha y valida cómo se siente la persona. Evita frases como “valora la vida”, “mira todo lo que tienes”, “hay personas que quisieran estar en tu lugar”.
Ese tipo de comentarios normalmente harán que la persona se sienta peor, porque no es un tema de voluntad. Muchos vienen cargando con la culpa de estarse sintiendo así a pesar de todo lo que tienen.
“Validar, por ejemplo: ‘entiendo que te sientas mal y entiendo que pase eso por tu mente, pero quisiera que pudiéramos pedir ayudar, ¿crees que podamos pedir ayudar? ¿Crees que podamos ver qué hacer?’”, añade el director de la Clínica Humind. Coméntale que conoces otras personas que también se sintieron de una forma similar y al iniciar un tratamiento salieron adelante.
La psicóloga Acosta recalca que cuando son menores de edad es responsabilidad de los papás hacerle saber al menor que lo llevarán con un profesional de la salud para que reciba atención.
“Pero cuando son personas adultas obviamente se tiene que reforzar que hay opciones, platicarles de las opciones, que las personas conozcan, acompañarlos en el proceso: ‘aquí estamos contigo’, ‘no estás solo’, ‘siempre hay una opción’, ‘una solución’”.
REFIERE
En el tercer punto se trata de canalizar a la persona para que sea atendida por un psiquiatra y a la par enterar a su familia o a su red de apoyo de lo que está sucediendo para encontrar un tratamiento temprano.
Los especialistas apuntan que es importante referirlo porque existe una delgada línea en donde puedes sentir mucha responsabilidad al conocer la situación, y es una carga que no te corresponde. “En esta parte de referir es: ‘dame oportunidad de comentarlo con tu familia y/o con alguien más que te puede ayudar’”, apunta Treviño. Recuerda: Preguntar, persuadir y referir pueden salvar vidas.
Le puede interesar: Seis consejos para conciliar el sueño