Cinco claves para controlar el consumo de azúcar y prevenir enfermedades

Los estilos de vida poco saludables siendo jóvenes pasan factura más adelante, por eso es importante cuidar la alimentación y reducir la ingesta de azúcar y otros alimentos procesados.

El consumo de azúcar a escala mundial alcanzó un consumo de unos 176 millones de toneladas métricas en la temporada 2022-2023, un incremento de 2,4 millones con respecto a la cantidad ingerida durante el año anterior.

En países como España la tendencia de consumo ha sido a la baja ¿Por qué se ha producido este descenso? Según la profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC Diana A. Díaz Rizzolo, es fruto de la suma de varios factores.

“Por un lado, existe más conciencia poblacional sobre lo perjudicial del azúcar añadido gracias a las políticas nutricionales y las campañas de prevención y divulgación de profesionales que se han hecho, también ha habido una reducción del azúcar en productos procesados para adecuarse a los scores (puntuación) alimentarios y se ha producido una sustitución del azúcar por edulcorantes”, concreta la experta.

A diferencia del azúcar conocido como bueno (el que llevan naturalmente los propios alimentos), el consumo de azúcares añadidos puede provocar infinidad de problemas de salud:

sobrepeso u obesidad, aumento de triglicéridos y problemas de hígado graso, caries dentales, resistencia a la insulina o diabetes tipo 2.

A su vez, esta última puede causar enfermedades cardíacas variadas.

“Hay patologías crónicas que tardan años en gestarse. Muchas veces pensamos que estilos de vida poco saludables siendo jóvenes no nos afectan porque nos sentimos bien y las pruebas médicas salen estupendas.

La verdad es que las patologías crónicas como las enfermedades neurodegenerativas, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer se van formando poco a poco y son indetectables al principio”, alerta la experta de la UOC.

La diabetes tipo 2, ejemplifica Díaz Rizzolo, es una enfermedad que se gesta silenciosamente durante años. Por eso, el riesgo de sufrirla en edades avanzadas es más alto porque se llevan más años perpetuando conductas poco saludables.

“Además, con la vejez, aparecen otras condiciones como el enlentecimiento del metabolismo, la pérdida de masa muscular, el deterioro funcional o incluso las medicaciones que se toman, que empeoran todos estos procesos todavía más”.

Por esta razón, insiste la experta, es importante eliminar al máximo posible el azúcar añadido en edades tempranas y, especialmente, en edades avanzadas.

Pero ¿cuáles son las claves para mantener el azúcar a raya? Estos son cinco pasos que pueden ayudar:

1. Disminuir el umbral del dulzor que tiene cada persona. “Podemos empezar reduciendo progresivamente el azúcar o ayudándonos del uso de edulcorantes acalóricos como proceso intermedio para acabar acostumbrándonos al sabor natural de los alimentos” apunta Díaz Rizzolo.

2. Invertir más tiempo en el supermercado leyendo etiquetas de alimentos. Hay numerosos alimentos a los que se les añade azúcar y el consumidor no lo sabe. “Son productos procesados muy diversos: salsas, aderezos, panes, embutidos, cereales de desayuno o yogures, entre otros muchos”, especifica Díaz Rizzolo.

Para detectarlos es clave leer las etiquetas. “Inicialmente, supondrá mucho tiempo, pero una vez tengamos claro qué alimentos sí y cuáles no, ya iremos a tiro hecho”, asegura la experta, que lamenta que la responsabilidad recaiga en el consumidor porque las políticas sobre marketing en la industria alimentaria son todavía “demasiado laxas”.

3. Priorizar alimentos frescos y mínimamente procesados. “Cuantos menos alimentos ultraprocesados entren en nuestra dieta, más difícil será que nos la cuelen con nombres de etiquetajes imposibles de descifrar”.

4. Predicar con el ejemplo en casa desde pequeños. Muchas conductas alimentarias, deja claro Díaz Rizzolo, son por repetición y nuestros pequeños incluirán hábitos que nosotros les inculquemos con nuestros actos.

5. Ser conscientes de que las respuestas cerebrales placenteras al azúcar son momentáneas. “Su consumo no nos hace más felices, sino que activa vías de señalización semejantes a algunas drogas recreativas, por lo que podemos decir que nos hace adictos”, advierte la experta.

Experta: Diana A. Díaz Rizzolo / Profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.