La vida de “Chepe” Handal en la cárcel hasta recibir una paliza

Desde su arresto en 2015, José Miguel “Chepe” Handal Pérez ha sido una figura clave para entender la relación entre el narcotráfico y las élites políticas y empresariales de Honduras.

Conocido como un prominente empresario y político fallido, su vida tomó un giro definitivo hacia el crimen organizado, operando como un importante enlace entre proveedores de cocaína en Colombia y los carteles mexicanos, incluidos Los Zetas y el Cartel de Sinaloa.

En 2013, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos incluyó a Handal en la lista de Capos de la Droga, congelando sus activos bajo la Ley de Designación de Narcotraficantes Extranjeros.

La investigación reveló que Handal no solo financiaba envíos de cocaína, sino que también administraba una red logística desde San Pedro Sula, punto estratégico para el tráfico hacia Estados Unidos.

Handal fue detenido en 2015 en las cercanías de un hospital en San Pedro Sula. Sin resistencia, fue puesto bajo custodia y enfrentó acusaciones de tráfico de drogas, lavado de activos y asociación ilícita.

Más tarde, en 2023, él y su esposa fueron declarados culpables de lavado de dinero relacionado con sus actividades criminales, consolidando su perfil como uno de los principales narcotraficantes hondureños.

Actualmente, Handal cumple una condena de 10 años en la prisión de Támara. Durante los juicios, emergieron testimonios que lo vinculaban con figuras clave del narcotráfico y se revelaron sus intentos fallidos de obtener influencia política, lo que podría haber blindado sus operaciones ilícita.

Handal es parte de una generación de narcotraficantes hondureños respaldados por las élites locales. Sus actividades se relacionan con la desestabilización de la región, que ya sufre altos índices de violencia vinculados al tráfico de drogas.

Según las autoridades, su caída representa un paso significativo en los esfuerzos para desmantelar redes transnacionales que operan en América Latina y más allá.

En Támara, Handal vive en un ambiente complicado donde las condiciones para los reos son severas. El penal, diseñado para unas 2,000 personas, suele albergar hasta tres veces esa cantidad.

Este hacinamiento se suma a la falta de recursos básicos, generando tensiones constantes entre los internos y las autoridades penitenciarias.

Los servicios básicos como el agua potable y la atención médica son limitados, y las condiciones sanitarias están lejos de ser óptimas. Adicionalmente, las pandillas dentro del penal controlan muchas de las dinámicas internas, complicando aún más el día a día de los reclusos.

Adicionalmente, las pandillas dentro del penal controlan muchas de las dinámicas internas, complicando aún más el día a día de los reclusos. ”Chepe” Handal habría sido golpeado por penitenciarios junto a otros reos de alto perfil en la cárcel de Támara.