Hacía tamales con sus víctimas: la terrorífica historia de “La Bruja Cleo”
Alma Cleotilde Grand Pérez, originaria French Harbor, Roatán, fue víctima de abusos y una despiadada asesina en serie.
- 03 de enero de 2025 a las 23:02 -

Alma Cleotilde Grand Pérez, conocida como “La Bruja Cleo” y originaria de French Harbor, Roatán, fue una asesina en serie que mató y desmembró a más de una docena de hombres, vendiendo la carne de sus víctimas como carne asada y tamales.

Desde que era una niña, Alma Cleotilde aprendió del dolor y el desprecio. Su padre abusó sexualmente de ella, mientras que su madre la abandonó junto a sus hermanos . Además, fue vendida un total de cuatro veces por su propio padre cuando tenía apenas nueve años; pero Alma siempre regresaba a casa.

“La Bruja Cleo”, a pesar de ser una amante empedernida, mató a más de una docena de hombres, habiendo aprendido a odiarlos desde su infancia. Su primer crimen fue el asesinato de su pareja, a quien presuntamente mató después de que él la infectara con el VIH. Este fue solo el comienzo de una serie de horror.

Cleo, en su negocio de comida, aparentemente atraía a hombres locales, turistas o personas vulnerables con la promesa de ofrecerles comida o algún tipo de servicio. Según relatos, utilizaba su habilidad para ganarse la confianza de sus víctimas, especialmente a través de su carisma y actitud cálida.

Una vez que los hombres se encontraban en su casa, Cleo los atacaba de manera sorpresiva y violenta. En algunos casos, se hablaba del uso de métodos crueles como el envenenamiento o armas blancas para cometer los asesinatos.

En un momento, se trasladó a la capital, Tegucigalpa, donde vivió en un apartamento en la Colonia de Zapote Norte. Allí montó un supuesto consultorio en el que realizaba prácticas de brujería. Sin embargo, por la noche, se dedicaba a vender carne asada y nacatamales (tamales).

Aunque no se ha especificado un motivo exacto para estos actos dantescos, muchos investigadores y expertos sugieren que Alma Cleotilde estaba impulsada por una mezcla de factores psicológicos, incluida su historia de abuso familiar y su probable trastorno mental. Se rumoreaba que sus crímenes eran parte de algún tipo de ritual ocultista.

Sus actos le valieron el apodo de “La Bruja Cleo”. Decenas de personas acudían a su ‘consultorio’, que supuestamente tenía un olor desagradable constante, en busca de ‘ayuda’. Esto debido a su supuesta habilidad en brujería para resolver problemas amorosos, económicos, de salud y protección espiritual. Su fama atraía a personas desesperadas que ignoraban las señales inquietantes en su consultorio.

Los registros del caso de Cleo revelan que desmembró a sus víctimas, realizó rituales satánicos utilizando sus restos y los mantuvo enterrados durante mucho tiempo en su hogar. Elaboraba tamales con la carne de sus víctimas, como parte de sus macabros crímenes.

No fue hasta la búsqueda de los familiares de uno de los desaparecidos, de origen guatemalteco, que la Policía inició la investigación; la cual llevó al hallazgo de terribles asesinatos.

Luego de que un policía encubierto se hiciera pasar por ‘paciente’, se encontró el cuerpo sin vida de José Cabrera, uno de los hondureños asesinados y luego enterrado bajo unas matas de banano en la residencia de Grand, en El Porvenir, Francisco Morazán. También se halló el cadáver de Tiburcio López, el guatemalteco, debajo de una hornilla (aún con su ropa y algunas pertenencias).

Fue arrestada en 1998 y condenada a cumplir 70 años de prisión por los crímenes de José Cabrera, Tiburcio López y Manuel Rivera; aunque se presume que asesinó a más de una docena de hombres. Fue ubicada en una celda, en la Penitenciaría Nacional Femenina de Adaptación Social (PNFAS) en Támara, Francisco Morazán.

Sin embargo, la vida solo le alcanzó para cumplir 23 años tras las rejas, ya que falleció, sola, a los 63 años. Las enfermedades que la aquejaron por años la llevaron a ser ingresada al Hospital Escuela de Tegucigalpa el 5 de noviembre del 2021, y cinco días después se confirmó su deceso.

Cleotilde habría denunciado ser víctima de persecución y que las autoridades carcelarias le negaban el agua, comida y un lugar digno para dormir. Perdió más de cien libras, mas no le proporcionaron atención médica alguna, según relatos.

Por sus horribles crímenes, fue catalogada como una mujer cruel; posee el título de la primera asesina en serie de Honduras, pero muchos ignoran su historia. La que en su momento fue una figura que dominó las portadas de los medios de comunicación, hoy es solo una anciana olvidada, que pagó por sus crímenes en una fría y oscura cárcel.

Alma Cleotilde entregó su vida a Dios, en sus pocas apariciones públicas aseguró que era una mujer renovada. Hasta se le vio en alguna ocasión con la Biblia en su mano, caminando por los pasillos de la cárcel.