Vivió un calvario por su adicción y hace dura confesión: “Era un infierno”
“Me escondía para beber”, futbolista revela el calvario que vivió por su adicción al alcohol.
- 15 de febrero de 2025 a las 10:11 -

Tras los terrenos de juego, los jugadores viven una realidad diferente. Muchos toman el camino de las adicciones con el alcohol.

Uno de ellos fue el belga Logan Bailly, exjugador de equipos como el Genk o el Celtic. El portero contó la dura realidad que vivió fuera de las canchas.

Bailly contó un duro relato y lo que vivió por su adicción al alcohol:. “Mi consumo era casi diario”

El internacional belga se ha vuelto a poner los guantes, a los 39 años y bajo los palos del Virton, tras dejar atrás una etapa de alcoholismo al final de su carrera profesional.

“Llegué muy, muy lejos con el alcohol. Digamos las cosas como son, fui alcohólico”, confesó Bailly en una entrevista que publica hoy el diario Sudinfo.

El arquero jugó como profesional entre 2003 y 2020, cuando dejó la portería para convertirse en entrenador de guardametas.

“Al llegar al final de mi carrera activa, mi consumo era casi diario. Estaba en un punto en el que necesitaba mi dosis desde la mañana, me escondía para beber, aunque es imposible ocultarlo”, explica el portero en la entrevista, en la que cuenta que no ha probado una gota de alcohol en dos años.

Bailly llegó en 2023 con ese trabajo al Royal Excelsior Virton, un club amateur belga en el que esta temporada se ha vuelto a poner bajo los palos en tres encuentros la pasada temporada y otros tres esta campaña, cuatro años después de retirarse.

“Admito que lo echaba de menos”, dice el deportista, quien evocó cómo logró dejar atrás la bebida.

Tuvo una revelación un día mirándose al espejo, cuando no se reconocía a sí mismo tras haber llegado a 106 kilos y tener la cara hinchada.

Se encontraba en “un estado total de dependencia” que le hacía temer perder a sus hijos tras haber destruido su última relación sentimental.

“Me dije: ‘Logan, este no eres tú’, señaló, recordando una etapa en la que sentía que “necesitaba” beber a todas horas, incluso cuando se despertaba por la noche.

“Por la mañana, fingía salir a comprar pan solo para poder tomarme dos o tres cervezas de un golpe. Era un infierno, no se pueden imaginar”.

“Estaba atrapado. Las cantidades que consumía aumentaban sin parar. Necesitaba beber para soltarme. Cervezas, pastís, todo valía. Cuando abría una botella, tenía que terminarla”, señaló.

Llegó un punto en el que Bailly se dio cuenta de que el alcohol le transformaba en “un imbécil, malo incluso despreciable” y decidió buscar ayuda a través de una asociación.

“No tenía otra opción. Me arruiné durante años y no es la imagen que quería dar a mis seres queridos”, concluyó.