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La magia de las caricias

  • 14 abril 2009 /

Se ha estudiado mucho la neurobiología del dolor, pero muy poco la del placer.

    Redacción. Se ha estudiado mucho la neurobiología del dolor, pero muy poco la del placer. Por eso, científicos de la empresa Unilever y de la Universidad de Carolina del Norte se propusieron comprobar cómo se codifican las sensaciones táctiles agradables, o sea, las caricias.

    Con un estimulador táctil robótico, que desplaza un pincel sobre el antebrazo del sujeto con una velocidad y una fuerza que se pueden variar, los investigadores comprobaron que son los mecanorreceptores del tipo táctil-C, entre todos los presentes en la piel, los encargados de responder a los estímulos lentos y ligeros.

    Las señales

    La velocidad a que se realizan las caricias ha resultado crucial para que se puedan considerar como tales. Según los voluntarios en el experimento, los receptores mandan señales de placer al cerebro cuando la velocidad de la caricia oscila entre 1 y 10 centímetros por segundo. Si la velocidad es menor o mayor o no se produce esta sensación placentera o no se activan estas fibras nerviosas. La mayor activación del receptor, que se corresponde con la mayor sensación de placer, se produce a la velocidad de 1, 3 y 10 centímetros por segundo.

    Los receptores táctil-C se encuentran únicamente en la piel con vello y están ausentes de la palma de la mano, las mucosas y en los genitales. También creen que la sensación de placer no depende únicamente de la señal enviada al cerebro, sino que está matizada por experiencias previas y otros factores como la cultura en que vive el individuo.