Real España salió este viernes sin mayores contratiempos a Tegucigalpa. Allá será el primer acto de una obra de 190 minutos de dramatismo y emoción en busca de coronar al nuevo campeón de la Liga Nacional.
La Máquina Amarilla partió con unos minutos de retraso de la 1.30 de la tarde como hora prevista para abordar el autobús que la conduciría en los más de 250 kilómetros entre ambas ciudades.
Los futbolistas fueron subiendo en la unidad llevando almohadas, mochilas, aparatos de música y cualquier objeto que hiciera el viaje placentero.
GOLAZO no pudo tener las voces de las figuras. Órdenes administrativas prohibieron el ingreso de los periodistas para que los jugadores tuvieran la tranquilidad requerida para el duelo contra Olimpia, que exige la mayor concentración.
Carlos Pavón subió en la unidad un tanto serio, al contrario de Mario Martínez, que se dio tiempo para decirle adiós al lente de GOLAZO.
La partida fue en una tarde gris y sin lluvia en San Pedro Sula. El tráfico estaba tranquilo y casi nadie se enteró de que la Máquina Amarilla iba abriéndose paso entre los vehículos particulares.
Era la 1.57 pm cuando el bus cruzó la caseta de peaje en el bulevar del sur, el último punto para tomar la carretera de la ilusión. Tegucigalpa los esperaba a eso de las siete de la noche. El hotel, la charla y las comidas aguardaban su turno para cubrir los puntos de agenda en el previo de la primera batalla del clásico moderno. La Realeza quiere la copa, Olimpia también.
