Un presidente que ayude a dirigir el rumbo del país y la mayor felicidad es que tengamos paz y tranquilidad que impulsen las iniciativas para el crecimiento económico y social.
Esa seguridad ciega en nuestras ideas nos aleja drásticamente de la posibilidad remota de tener un pensamiento crítico y autónomo, ya que la ausencia de duda no es símbolo de sabiduría.