Según las indagaciones de las autoridades policiales, sus captores torturaron a José Octavio Sosa Méndez y a sus guardaespaldas y tras matarlos con saña tiraron sus cuerpos al caudaloso río Ulúa.
Ocho encapuchados que dijeron ser funcionarios del Ministerio Público sacaron a tres hermanos y a dos amigos de sus viviendas para acribillarlos en Baracoa.